Por María Alatriste
Hablé por whatsapp con Areli Paz para comentarle que su columna de opinión llamada “La venganza” https://www.opinion51.com/areli-paz-2408-la-venganza/ me había puesto a reflexionar a partir de cómo expresa con énfasis el riesgo que representa la reforma judicial y el poder absoluto de un régimen, a la democracia Mexicana. Al leer su columna me hice consciente de que hace tiempo evito sentir algo por las cosas que pasan en mi país, porque siento desesperanza y quizás hasta cobardía por las posibles secuelas que traiga defender mi punto de vista en mi vida personal, social y laboral debido al contexto actual.
El país, aunque unido en mayoría de votos, está dividido. Aunque están sucediendo cosas tan inverosímiles he llegado a pensar que enfocarme en asuntos meramente positivos es lo que tengo que hacer, enfocarme a lo mío, voltear hacia otro lado pero me doy cuenta que es todo lo contrario al bien común por lo que tanto lucho, el que tanto deseo.
En la historia de algunos de mis ancestros, aunque sea a un nivel micro, existe la tendencia de que se han metido en líos más allá de lo que es políticamente correcto por estar defendiendo lo que creen justo. Muchas veces he considerado que era sano cortar con ese patrón para ya no tener ese tipo de líos. Ahora entiendo que algunos de mis ancestros con las cosas que yo creía metidas de pata, me han dejado un mejor lugar para vivir. También el poder hasta hoy de decir claro y fuerte lo que se piensa para buscar un mejor lugar para vivir.
Le dije también a Areli muy sinceramente, “leerte me hace querer expresar lo injusto pero mejor decido callar, omitir, sin embargo; tu voz me inspira a no olvidar que es nuestro derecho exigir un mejor país”. Ella me contestó “debemos de hacerlo, de lo contrario, estaríamos perdiendo nuestra esencia”. Su frase me dejó seriamente pensativa. Cuando me senté a escribir mi columna de opinión sentí en el fondo de mi corazón que quería dejar este testimonio, porque ser congruentes nos permite evolucionar en todas las áreas de nuestra vida y estar conectados a nuestra más pura esencia.
Me pregunto en qué momento tantos mexicanos y mexicanas confundimos el diálogo y la crítica constructiva con ser incómodos, en qué momento decidimos decir nada para dejar que las cosas pasen como tengan que pasar. En qué momento nos acobardamos, invisibilizamos. Personalmente, más que nunca estoy hablando de temas que abordan desafiar el sistema y sé que debo ser congruente en todos los sitios, considero que todos debemos serlo.
Realmente este no es el tema que quiero abordar en todo momento, para eso hay verdaderos expertos, además de que me apasiona el tema de la maternidad y la desigualdad que se encuentra en este fenómeno. En esta ocasión me uno a las distintas voces que están defendiendo a México, a esos muchísimos jóvenes que están uniéndose para evitar esa reforma judicial que pretende normalizar el que no haya contrapesos, quise unirme a las personas comunicadoras que arriesgan su vida y todo para comunicar la verdad y para también exigir a este régimen que merecemos una democracia e instituciones autónomas de verdad.
Hasta cierto punto las mujeres de todo el mundo están felices por el triunfo de Sheinbaum, ya que ha sido un avance para el poder femenino en América Latina. Yo también me siento esperanzada que ella sea el parteaguas que necesitamos, pero si esta reforma se aprueba este régimen debe seguir encontrando el contrapeso de una sociedad que quiere un país libre y justo. Debemos mirar la brújula, recordar cuidar de nuestro país y salvaguardar nuestros derechos.
El amor a nuestro país, es el comienzo del amor a la vida y a los seres vivos. Una vibración y un derecho que no podemos perder por la desesperanza o por acomodarnos en el privilegio.
En esta columna quizás decidí usar mi voz para hablar de otras opiniones además de la maternidad, el género y los distintos prismas que las mujeres necesitamos seguir conquistando. Sin perder de vista que nuestro país ha hecho historia al tener una presidenta electa, es por eso que debemos prevalecer en la justicia y en lo correcto. Para que el hecho histórico que ha sucedido quizás algún día sea un ejemplo para el mundo y no un lamento de la pérdida de la democracia, de nuestras garantías individuales. Hacerlo por amor a nuestro país, amor a la vida y amor a nuestros hijos y nuestras hijas. Porque esto también es parte de las cosas que como mujeres y madres debemos defender para nuestra autonomía y sobre todo nuestra más sagrada libertad.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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