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Por María Alatriste
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En la maternidad las mujeres experimentamos numerosos cambios. A menudo no los compartimos, especialmente en lo que respecta a nuestro cuerpo por temor a ser tildadas de superficiales. Estos cambios en el cuerpo y el metabolismo se denotan bastante en la maternidad; por hábitos así como temas heredados y ancestrales que se intensifican en esta etapa repleta de transformaciones.

La mujer que era antes de ser madre ya no me representa y eso está bien. Recuerdo una época en la que era mucho más joven, seguía dietas extremas y hacía ejercicio en exceso. Siempre me sentía insatisfecha e insegura, me comparaba con otros estándares. Me pregunto:¿por qué me trataba así? Esta pregunta tiene múltiples respuestas.

Muchas mujeres llevamos ese desafortunado chip por la guerra que nos plantea la sociedad que consumimos. Siempre habrá contenido en redes sociales, películas o medios de comunicación que refuercen la idea de que no cumplimos con el estándar. ¿Y cuál es ese estándar? Según un estudio de Salinas Ressini (2015), las personas que participaron en la muestra perciben el estándar como “una mujer de 1.80 m, con tez color mediterráneo, ojos celestes, cabellera rubia platinada y contextura delgada” (p. 52). Bien por aquellas mujeres con estas características, pero estas deberían ser solo eso, características y nada más. 

Es crucial evitar caer en pensamientos peligrosos que no son generosos con nuestros procesos. En los meses posteriores al parto, fue desconcertante ver a otras madres que publicaban contenidos en redes sociales sintiéndose físicamente sensacionales a los pocos días de dar a luz. No todas las mujeres tenemos el mismo organismo. Sin embargo, tengo percepciones arraigadas desde que era una niña que probablemente alimentaron muchas de mis inseguridades en ese momento. 

Hoy 11 de octubre celebramos el Día Mundial de la Niña. Es un buen momento para reflexionar sobre qué le estamos transmitiendo a la infancia que nos rodea. Estos estándares también afectan a los niños, cada vez más. Es importante preguntarnos ¿Qué relación tenemos con nuestro cuerpo? Debemos cuestionarnos si lo estamos despreciando, si hemos dejado de agradecer todo lo que hace por nosotros. Si estamos haciendo lo primero, transmitimos esos pensamientos reflejando la siguiente conclusión: “Vales por tu cuerpo”. Con eso, garantizamos que crecerán con presiones más intensas que las que nosotras enfrentamos, ya que ahora se ven expuestas a realidades filtradas en redes sociales, donde se cosifican y se sexualizan de manera benévola. Glick y Fiske (1996) definen en su estudio el sexismo benévolo como un conjunto de actitudes hacia las mujeres que aunque se basan en estereotipos y limitan sus roles, presentan una connotación supuestamente positiva. Este tipo de sexismo suele llevar a comportamientos que se consideran prosociales o que buscan crear lazos emocionales. Pongo una referencia de hace más de dos décadas para puntualizar que seguimos en el mismo paradigma. Es fundamental que nuestra aceptación se refleje en un amor propio que sirva de ejemplo para la niñez que nos rodea, que no necesita aprobación social.

Cada vez que nos topemos con esos mensajes estandarizados sobre la imagen, reflexionemos: si alguien o algo nos hace percibir que no encajamos en un estándar, recordemos que esa opinión proviene de un prejuicio estereotipado. No dejemos que nadie nos defina. Hagámoslo por las niñas que nos rodean.

Además, es importante mencionar que las redes sociales son una ventana cercana a una posible realidad tóxica. Por ejemplo, un estudio del Proyecto Autoestima de la empresa Dove encuestó a más de 1,000 menores de 10 a 17 años, encontró hallazgos significativos, como que la mitad de ellas considera que los mensajes perjudiciales sobre belleza en redes sociales impactan negativamente su autoestima. Además, el 90 % de las menores de edad que participaron indica que siguen al menos una cuenta en redes que las hace sentir insatisfechas con su apariencia física.

Estas inseguridades también comienzan al observar a su entorno dando un valor superficial al cuerpo. El cuerpo realiza maravillas para nosotras, y lo primordial debe ser la salud física y la mental. Lo demás son ilusiones generadas por una sociedad basada en ilusiones narcisistas.

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@MariaAlariste

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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