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Károly Mária Kertbeny (Austro-Húngaro, 1824–1882) le escribe una carta a Karl Heinrich Ulrichs (Alemania, 1825–1895) el 6 de mayo de 1868, para complementar la categorización y nombramiento de prácticas sexuales que hace Ulrichs. En esta carta, Kertbeny acuña términos para describir los distintos actos sexuales: monosexual (masturbación o autoerotismo), homosexual (entre mismo género), heterosexual (entre distintos géneros) y heterogenit(entre humanos y animales o zoofilia). Profundiza en la categorización, no sólo de los actos sexuales, sino también del deseo y los excesos, identificando por ejemplo a los sangradores, quienes satisfacen su pasión al herir o torturar. De su nuevo vocabulario nos quedan las palabras heterosexual y homosexual. En la antigüedad no fueron necesarias especificar las diferencias en las prácticas sexuales porque no se condenaban, ni resultaban sorpresivas o fuera de la norma.

En 1946 por primera vez se introduce la palabra homosexual en la Biblia como traducción de arsenokoitai (ἀρσενοκοῖται, palabra griega creada en el Nuevo Testamento que proviene de arsen: hombre, koite: cama). Existe un debate bíblico derivado de las traducciones porque muchas palabras han perdido su contexto y significado original, por lo que la interpretación de los textos religiosos se vuelve sumamente importante, ya que guían la lectura de estos antiguos relatos, sin que haya una certeza del sentido inicial. Cualquier traducción es una traición al texto, de ahí la expresión italiana traduttore-traditore (traductor-traidor), porque no siempre existen palabras equivalentes en los idiomas y quien traduce termina por interpretar desde sus conocimientos, prejuicios y entendimiento del mundo, traicionando el texto base. El análisis lingüístico, moral, ético, religioso, espiritual al respecto de la sexualidad debe quedarse en eso, en un análisis abstracto, preferentemente neutro sin cruzar la barrera de la ciencia o los derechos humanos.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.