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Por Marilú Acosta

Hace unos 2,800 años, en el año 776 a.E.C, se realizó en Olimpia, el primer festival en honor a Zeus, del que se tenga evidencia escrita. Olimpia, santuario rural, toma su nombre de la montaña más alta de Grecia, el Monte Olimpo (en griego antiguo: Ὄλυμπος; significa el luminoso), casa de las diosas y los dioses griegos, cuyo padre era Zeus. Se convocaba a todos los atletas masculinos de las ciudades estado que formaban el mundo griego, desde España hasta Turquía.

El festival se realizaba cada cuatro años, y a este periodo de tiempo se le llamó Olimpiada. Casi 875 olimpiadas después, en el año 393, el Emperador Romano Teodosio I (Hispania, 347-395), ferviente convencido de la divinidad de Jesucristo, prohíbe los juegos olímpicos por fomentar el paganismo. Pasaron 376 olimpiadas sin celebrarse, hasta que en 1896 se retoman y Atenas es la primera anfitriona de los Juegos Olímpicos de la era moderna. Reconociendo a Grecia como el origen de las Olimpiadas.

París ha sido fundamental en esta nueva era olímpica. En 1894 organizan el Congreso Olímpico en esta ciudad, en donde se acuerda retomar en Atenas, los Juegos Olímpicos de 1896. Las segundas olimpiadas fueron en París, en el año 1900, siendo la primera vez en la que se les permite a las mujeres participar en unos Juegos Olímpicos. París vuelve a recibir los Juegos en 1924 y en esta ocasión innovan construyendo la primera Villa Olímpica. Cien años después, París 2024 es nuevamente la sede de los Juegos Olímpicos y vuelve a romper el molde haciendo una inauguración fuera de un estadio, tomando como escenario 6 kms del río Sena y los lugares más emblemáticos de una ciudad que se remonta hasta el siglo III a.E.C.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.