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La inestabilidad e inseguridad político-militar en Europa dio paso a los feudos como sistema social, jurídico y económico durante la Edad Media (476-1453). El reino se descentralizó y cedió a los castillos amurallados, la legislación, los impuestos y la justicia. Eran el centro alrededor del cual giraba todo lo que sucedía en un territorio. El poder feudal reposaba sobre las espadas, las cualidades diplomáticas, la religión o quien dominaba los chismes más candentes de las casas reinantes. Los señores feudales juraban lealtad al rey y se comprometían a cuidar a los débiles, fueran vasallos (militares) o servidumbre (campesinos). Sus protegidos, ante cualquier amenaza, se resguardaban detrás de las murallas feudales.

Durante esta época la fortaleza económica regresó al campo, las ciudades perdieron importancia, y la lealtad, a cambio de protección, generó una dependencia personal entre individuos. Con el Imperio Romano, el ciudadano tenía un vínculo con el Estado, con las leyes escritas, con el sistema. En los feudos la gratitud fue malentendida y se convirtió en servilismo. Se perdió la noción de un ejército sólido con soldados bien pagados y profesionales para darles paso a los señores feudales con sus vasallos. La justicia dependía del ánimo de cada señor feudal, así como su sentido común y sus objetivos personales. Por un lado, los señores feudales acumulaban dinero y poder; por el otro, la población tocó fondo y resurgió de las cenizas. A pesar del distanciamiento de las clases sociales, lo que mantuvo una cierta equidad fue la atención en salud y la fe religiosa. El conocimiento médico era mágico (no así en otras partes del mundo) y la religión, la salvación de cuerpos y almas, así para todos, fueran quienes fueran.

Con el paso del tiempo las técnicas agrícolas y el buen clima permitieron excedentes en la producción. Se reactivó el libre comercio y los artesanos se unieron fortaleciéndose como sector económico. Las circunstancias cambiantes y las guerras continuas, el florecimiento de la economía y la pandemia de peste negra (1347-1352) debilitaron al feudalismo. La religión mezclaba la fe con la fisiología y la historia natural de las enfermedades se justificaba por medio del pecado y la falta de diezmo. La ignorancia médica, a pesar de su presencia, no fue un factor determinante cuando se quiso entender por qué más del 30% de la población murió a causa de la peste negra. La gente se sintió traicionada por su religión y por Dios frente a la cruda pandemia. Las personas perdieron el vínculo y la fe en los rezos, los detentes y las figuras religiosas. Esta situación sanitaria generó una fuerte crisis de fe que terminó por desencantar las lealtades a los señores feudales.

El feudalismo basó su autoridad y legitimó su dominación por medio de una autoridad carismática (líder popular) y/o una autoridad tradicional (linaje). Al momento de debilitarse el carisma y la tradición, cuando el pueblo y la economía se fortalecen, la autoridad comienza a regresar a lo racional, con una legitimidad fundamentada en el derecho y las normas. Entonces, con múltiples revoluciones el Estado regresa como sistema político.

Salpiquen este texto con “bienestar”, “transformación”, “crimen organizado”, “primero los pobres”, “es un honor”, “narco-Estados”, “alta aprobación”, “Covid-19” y podría leerse actual y localizado en México. La política poco ha cambiado. Lejos estamos del Estado como lo conocieron en el Imperio Romano, aunque también ha habido avances. En general, la religión ha aprendido a cohabitar con el conocimiento. La comunicación cambió de palomas mensajeras a pájaros azules (Twitter), de cartas que quemaban a correos que se hackean. La salud pública, la biomédica y el conocimiento del mundo microscópico avanzaron y lo que una vez fue equitativo hoy hace una diferenciación importante: el acceso a la salud es muy distinto para la cúpula de poder que para sus simpatizantes. Actualmente es el sistema sanitario el que aleja de manera cruel e inhumana a las clases sociales. La atención en salud es, además de absurdamente cara, popularmente inexistente.

La crisis que romperá la autoridad carismática será la sanitaria.

@Marilú_Acosta

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