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Por Marilú Acosta

El dolor es tan personal que para valorarlo se compara contra dolores que el mismo paciente ha sentido: siendo 10 el dolor más grande que ha tenido y 0 no tener dolor, ¿qué número le daría a éste? Mientras exploramos al paciente le platicamos de algo distinto para que al provocar dolor su cara muestre una mueca lo más espontánea posible. Sí, los médicos provocamos dolor para conocerlo. Hay dolores inexplicables como el Síndrome del Miembro Fantasma, un dolor que le da al paciente en una extremidad que ya no tiene. Hay dolores del corazón, que a pesar de tener el órgano sano, en el pecho sentimos un profundo dolor. Hay casos de dolor localizado o generalizado que, si eres mujer, te toman por nerviosa y no investigan más, aunque ese diagnóstico nervioso sea un cáncer. Hay dolores que cuando los platicas, se te quitan. El dolor puede incapacitarte, no sólo en tus movimientos, sino también en tus relaciones personales. El dolor puede cambiar tu personalidad.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.