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Por Marilú Acosta

La constante competencia de la sociedad obliga a elegir quién ganó el DebateQueNoFueDebate. Sin realmente poder comparar propuestas, se forzó la situación para encontrar a el o la vencedor(a), y tener a quién señalar (molestar) como el o la perdedor(a). Al Debate (así en mayúsculas) se le ha confundido con la exhibición de un acto de entretenimiento violento, y quien conecte golpes letales será calificado como victoriosa(o) por jueces expertos en política y votantes que se convierten en jueces amateurs. Se le confunde con un espacio controlado y estructurado para decir mentiras, denuncias, presentaciones curriculares, saludos, acciones pasadas, premios y reconocimientos, estadísticas, gráficas, investigaciones, publicaciones, fotos vergonzosas y promesas imposibles de cumplir. Donde sí se acierta es en utilizar el verbo moderar, porque su origen latino quiere decir: mantener algo dentro de una medida, por eso señalaban “se le ha terminado su tiempo.”

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.