Por Marilú Acosta
Este artículo iba a comenzar opinando sobre el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), foro donde los gobiernos comparten experiencias que puedan resolver problemas comunes. Seguido del cuestionamiento sobre el conocimiento real de la palabra neoliberalismo de ese conductor del show matutino que tenemos contratado con nuestros impuestos. Al mismo tiempo que se hacía una urgente remendada a la desgastada fórmula de escandalosa distracción que ya está hecha jirones de tanto que se la pone este conductor. Para finalmente cerrar el artículo con la mexicanísima observación sobre estos jóvenes políticos que con una precampaña cortita tuvieron un medible impacto en la intención de voto. (La observación: ningún chile les embona). Todo zurcido mediante un hilo conductor de competencias para la vida.
Se interrumpió el desarrollo de ese texto porque necesitaba cambiarme de lugar, para lo cual solicité un Uber, me cancelaron 5 conductores, entre minutos que pasaban sin que nadie aceptara el viaje. Me congelaba en la calle y ya estaba decidiendo regresar a escribir cuando una renovada esperanza me convenció de volver a solicitar un servicio. Javier aceptó, no canceló y me llevó a mi nuevo destino. Su plática me hizo ver que hay cosas que son realmente importantes y no el juego de espejos que es la política. Durante el trayecto, Javier me contó su historia con Laura, su esposa desde hace 33 años. La manera en que Javier habla de su esposa con amor, respeto y admiración me hizo entender que son estas historias las que deben ser contadas.