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Por Marilú Acosta

El jefe del ejecutivo junto con su corte de apasionados por el oropel, dedican entre el 90 y 100% de su tiempo a producir un programa matutino de mediocre calidad. Cuando se requieren de más audiovisuales, por alguna calamidad que exige horas extras de producción, graban pequeñas cápsulas del jefe del ejecutivo sentado frente a un escritorio o con un teléfono en la mano. Estas imágenes se convierten en minúsculas ventanas desde donde observamos, como si fuera un reality, las aparentes actividades del jefe del ejecutivo. Después de que el huracán Otis tocara tierra con categoría 5 en las costas de Guerrero, por primera vez, el majestuoso y costosísimo Palacio Nacional no sería el mejor escenario para grabar estos diminutos videos. Entonces, su equipo de producción audiovisual se abocó a conseguir un espacio en exteriores con un poco de lodo, un jeep y muchos uniformados para el shooting, así como pobladores con fisionomía guerrerense que caminaran a lado del presidente. Para hacer más creíble el reality, se les permitió a los medios de comunicación hacer grabaciones en la carretera con el jefe del ejecutivo subido en una Suburban y sus secretarios de estados a pie, pegados a su ventana. A lo lejos se escuchaban las órdenes del líder de la nación que se difuminaban con el ruido ambiental. Parecía que trabajaba. Lo tomaron como bomberazo de producción audiovisual.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.