La naturaleza tiene su propio sistema legal, las leyes obedecen a una lógica cuyo objetivo es la evolución y la única constante es el cambio. Un giro de la tierra sobre su propio eje jamás será igual al anterior ni al que viene, sin embargo, la tierra siempre gira sobre su propio eje a una velocidad de 1,670 km/hr a nivel del ecuador. Si la tierra se detuviera la destrucción sería total. No se detiene, porque lo impiden las leyes de la naturaleza cósmica.
Los humanos somos consecuencia de las leyes de la naturaleza. Éramos cazadores nómadas hasta que hubieron las condiciones climáticas del planeta para dar paso a la agricultura y con eso nos volvimos sedentarios. Dejamos de movernos físicamente para empezar a movernos interiormente. Sedentarios, cuestionamos la existencia y desarrollamos un mundo interior que nos parece caótico. Estar todos frente al fuego no suple la sensación de soledad que surge cuando no podemos comunicar lo que pasa dentro de nosotros. Sedentarios, empezaron los intercambios intangibles: ¿y sí tú trabajas mis tierras? ¿Y si yo te doy protección? ¿Y si yo preparo pan? ¿Qué gano? ¿Qué ganas? Cada decisión -suponemos- era sopesada por el viejo, el sabio, la reina o la sacerdotisa de la comunidad. Esas decisiones se repitieron, se volvieron costumbres y en algún momento se convirtieron en leyes.
De las primeras leyes humanas no tenemos conocimiento, no hay rastros. No sabemos qué consideraron relevante legislar, pero legislaron. Los líderes establecieron reglas que a su comunidad les daban una sensación de hacer justicia, de combatir el abuso y lo más importante de crear orden donde se sentía un caos. De la mano empezaron a explicarse la existencia y con eso nacieron las religiones. Creencias más, creencias menos, pero en todas los dioses crearon la naturaleza y claro, crearon al ser humano. Estos dioses tan equitativos que hicieron para todos el día y la noche, las inundaciones y sequías, el hambre y la sed, la reproducción y el placer, el dolor y la alegría; son los mismos dioses que, al momento de entregar las leyes a los humanos, hacen una clara distinción de libertades entre el hombre y la mujer. Desconocemos en qué momento el mensaje se mal interpretó y de ser tan equitativos, los dioses se tropezaron en su sentido de la justicia y consideraron a las mujeres como un elemento a legislar. ¿Por qué nuestros cuerpos, nuestro placer, nuestra capacidad reproductiva y nuestra vida deben legislarse? Los códigos legales más antiguos de los cuales tenemos rastro, inician con un relato o una imagen de un dios entregando las leyes. Así el dibujo de Shamash -dios de la justicia- entregando las leyes al rey sumerio Hammurabi hace 4 mil años en la piedra donde establecen la inferioridad de las mujeres y la manera occidental de legislar. ¿Cuál es el motivo oculto para someter a las mujeres? Porque para cuidarnos, mejor que no nos ayuden.
Legislar el aborto es legislar la naturaleza, es demostrar la ignorancia sobre la reproducción y el desdén hacia la vida. El aborto es algo tan natural que un 15% de los embarazos identificados terminan en aborto espontáneo, porque la naturaleza consideró no viable esa combinación de códigos genéticos. No sabemos cuántos embarazos no identificados se convierten en abortos espontáneos que se sienten como una menstruación rara. Una legislación no va a aumentar o disminuir el aborto espontáneo. Tampoco va a hacer que la unión de los códigos genéticos sea viable. Ni siquiera va a evitar que haya abortos decididos por la mujer o provocados por los golpes de un hombre que no quiere ser papá. Una legislación que prohibe el aborto seguro, aumentará los abortos ilegales, insalubres, practicados en casa o por charlatanes, que provocará la muerte de las mujeres o incapacidades de por vida. Señalará y castigará como delincuentes a mujeres que se enfrenten con abortos no provocados y al personal de salud que querrá ayudar en abortos inminentes. Perpetuará la violencia intrafamiliar y disminuirá la calidad de vida de toda la comunidad.
Legislar a la naturaleza genera desigualdad, injusticias, caos e incongruencias. ¿Tanto miedo provoca la existencia de las mujeres?
@Marilu_Acosta
Columna publicada el 29 de junio 2022.
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