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Por Marilú Acosta

La relación entre la salud mental y la alimentación generalmente se observa desde el lado de los trastornos de conducta alimentaria más conocidos como la anorexia, la bulimia nerviosa y el trastorno alimentario compulsivo, en donde o se deja de comer o se dan atracones o se come como adicción. Todo esto implica problemas en la forma de pensar sobre la alimentación, la comida, el peso y el cuerpo. Además de la angustia que genera a nivel biológico, social/familiar, mental y emocional. Estos trastornos pueden presentarse en cualquier persona, en cualquier momento. Lo que poco se habla es de la relación que tiene la calidad, cantidad y tipos de los alimentos en la salud mental.

Los cambios en la producción de alimentos en el campo ha contribuido a que la cantidad de nutrientes (vitaminas y minerales) de los productos de la tierra hayan disminuido sustancialmente desde la década de 1980. Las técnicas agrícolas y el aumento en la demanda de alimentos por crecimiento poblacional ha tenido como consecuencia que, aunque comamos alimentos frescos, no tienen la misma calidad que antes, por lo que al final del día, a pesar de invertirle a una mejor alimentación al comer productos del campo, tenemos una falta de vitaminas y minerales, esenciales para el adecuado funcionamiento celular, el cuerpo entero deja de alimentarse y el cerebro ya no tiene todo lo que necesita para estar tranquilo, en paz y pueda gozar de un estado óptimo de salud. Es importante aclarar que quienes son pequeños productores con técnicas agrícolas tradicionales, probablemente tengan una buena calidad en sus productos, sin embargo, el público general no tiene acceso a esas pequeñas producciones.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.