Por Marilú Acosta
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Mi abuelo se llamaba José del Refugio, y su bisabuela se llamaba María del Refugio. No los conocí. Ella nació, vivió y murió en Guanajuato, durante el siglo XIX. Mi abuelo nació en Aguascalientes. Vivió también en Mexicali, Querétaro y Ciudad de México. Murió en Torreón. Padre prolífico (13 hijos), líder social (catequista y candidato a diputado), abría las puertas de su casa para todo tipo de seres que llegaban con y sin invitación: perros, aves, gatos, niños de la colonia, pugilistas, actrices, músicos, políticos, clientes, proveedores, gitanos, familiares y amigos que buscaban pasar una temporada en la gran ciudad. Visitarlo tenía como condición llegar con música y ganas de hacer fiesta. Forjó el destino de quienes lo conocieron con alguna broma, consejo, oportunidad de trabajo o disciplina. Decía que lo invitaron a una primera comunión y resultó ser su boda. También decía que a las mujeres hay que tenerlas como a las escopetas: siempre cargadas y detrás de la puerta. Cumplió ambas. Don Cuco fue un ser de contrastes que murió a los 48 años, la edad que tengo yo.

Refugio proviene de la palabra refugium que a su vez viene del verbo refugĕre del latín que significa huir hacia atrás (re-:hacia atrás y fugĕre: huir). Muchas han sido las ocasiones en las que buscándome, he huido hacia atrás, refugiándome en la gesta de mi historia. ¿Quiénes fueron todos ellos? Me pregunto y espero que las respuestas me acerquen a quien soy. Huir de donde estamos nos convierte en refugiados. El movimiento nos hace conocernos, cansarnos y al final, envejecer. Nunca hay un regreso, porque movernos conlleva un cambio. Cambiamos nosotros, los lugares, los conflictos, el riesgo, los gobiernos, y la mirada con la que observamos. Nada vuelve a ser igual. El recoger nuestros pasos abre un nuevo camino, el retorno es una novedad que nos resulta familiar.

El refugiado pregunta ¿quién soy? El migrante se pregunta ¿quién soy? Se redefinen, se ajustan, se integran y a veces se paralizan por miedo. Poblaciones en movimiento que recorren las mismas rutas y enfrentan los mismos peligros. Los detalles legales los separan. El principio fundamental del derecho internacional es que los refugiados deben ser protegidos, sin que sean devueltos a las situaciones de riesgo que se vieron forzados a dejar por la incapacidad del estado de preservar la paz y garantizar la seguridad. Los migrantes no tienen la misma protección legal. El 58% de las personas forzadas a huir nunca cruza fronteras internacionales, se llaman desplazados internos. En la información sobre refugiados, México se asemeja a África en datos estadísticos, sin embargo, los mexicanos no se comparan con los africanos, para bien y para mal.

Se fortalece el cambio climático como una razón por la cual las personas se ven obligadas a huir de donde viven. El 75% de los desplazados, a finales de 2023, vivían en lugares altamente expuestos a peligros relacionados con el cambio climático, mientras que el 50% lo hacía donde los conflictos suponen una amenaza. En los últimos diez años, en el mundo se ha triplicado el número de personas refugiadas. El 20 de junio se conmemora el día mundial del refugiado, con el objetivo de honrarlas y de poner atención en los derechos, necesidades y sueños de quienes se han visto forzados a huir.

En México, son muchos los grupos que se han visto forzados a huir, aves de mal agüero vaticinan que la división social se recrudecerá y no se puede ocultar que el gobierno alimenta esta división. Somos refugiados en nuestra propia casa de manera literal, además de simbólica. Refugiados de los porcentajes: el 59.75% de la población votó por una continuidad, cuando sólo representa el 27% de todos los mexicanos. Del 80% votó por una reforma judicial sin decir cuántos fueron encuestados. Somos refugiados del crimen organizado, del calor, de la sequía, de las inundaciones, de los temblores, de la ceniza volcánica, de la falta de oportunidades, de una raquítica educación pública, del agua contaminada, de las enfermedades sin atención. No hay regreso a un México conocido. Todos, en algún momento necesitamos de un Refugio que nos abra las puertas de su casa, donde nos podamos divertir y sentirnos parte de una familia diversa, y que el peor conflicto sea escoger primero el pan dulce que vamos a cenar.

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@Marilu_Acosta

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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