Por Marilú Acosta
En la portada de febrero 2023 de la revista Marie Claire, está una actriz, cantante, productora y comediante mexicana: Michelle Rodríguez. A simple vista, deducimos que pertenece al 70% de mexicanos catalogados con sobrepeso y obesidad. Y ya. De su salud no sabemos más. Wikipedia dice que este año cumple 40 y que mide 1.43 mts.
Probablemente no lo saben los médicos graduados de la universidad de google, con maestría en distintas revistas para público general, así como diplomados en programas de televisión con segmentos de “salud” y uno que otro médico alópata: para poder hablar de la salud de alguien, por lo menos necesita hacerse una historia clínica con una buena exploración física (puede ser presencial o a distancia), mínimamente una biometría hemática, una química sanguínea completa, un examen general de orina y un coprocultivo y/o coproparasitoscópico, ya si nos ponemos coquetos, o dependiendo de la historia clínica, una placa de tórax, y/o un ultrasonido abdominal. Ah, y claro, que el paciente acepte y decida que ustedes sean su médico. Ya de los Doshas (medicina Ayurveda) ni hablamos, porque tendrían que saber que existen, cómo funcionan y para qué debemos tomarlos en cuenta.
Los comentarios bien intencionados pero ignorantes de por tu salud, no tardaron en llegar. Salieron desde la oscuridad del desconocimiento comparativo. ¿Quién estará más sano? ¿La de la revista o yo? O desde un comparativo aterrador: será que ese 70% se vio identificado y surgió la envidia de ¿por qué ella sí está en una revista y yo no? O ¿ya somos tantos que tenemos que vernos en las revistas? O ¿cómo poder tapar el Sol con un dedo y seguir pensando que ese 70% no existe? O quizá el miedo del 30% restante ¿y si no logro controlar mi peso? Entonces, hay que atacar desde la buenagentez: lo digo por ella, uno como quiera pero ¿y las criaturas?, estamos cuidando la salud de la población.
Ay, ajá.
Por tu salud es una de las más grandes mentiras que dice la población general, y que juzga el personal de salud. Quienes más esconden sus verdaderas intenciones son los políticos y la industria de la salud. En realidad, muy pocas personas se enfocan realmente en construir, restaurar y sostener la salud. Algo que mostró sin tapujos la pandemia por COVID-19 es que los gobiernos del mundo mundial, utilizaron como moneda de cambio político la salud: te doy “salud”, pero vota por mí. Mientras que la industria de la salud dice: mis productos y servicios funcionan y no tengo que probarte que lo hacen, te manipulo para que los compres y utilices. En la industria de la salud (pública y privada) están todos: farmacéuticas, hospitales, personal de salud, laboratorios, líderes de opinión en salud (funcionarios públicos, reconocidos opinólogos, personal de salud). Gobiernos e industria lucran con el miedo, el dolor, la enfermedad, el duelo, la desesperación y ante esa vulnerabilidad, les brindan por tu salud soluciones y sistemas sanitarios tan deficientes que sostienen a los pacientes y sus familiares en el ciclo de miedo, dolor, enfermedad, duelo y desesperación.
Hay un elemento que pocas personas toman en cuenta: el tiempo. La industria de la salud se alimenta de la enfermedad y del tiempo. He observado a nivel cancha, desde hace meses, cómo nadie respeta el tiempo de los demás. Ni en grandes hospitales con marcas rimbombantes, ni el sistema que nos llevará a ser como Dinamarca, ni los seguros de gastos médicos mayores. Nadie tiene el más mínimo respeto por el tiempo del enfermo, ni el de sus familiares. Lo que no se ve, no se mide y lo que no se mide, no se mejora. Nadie tiene ganas de mejorar los tiempos, pero eso sí, lo hacen todo por tu salud. Ay, ajá.
Mi mirada no es cualquiera, es silenciosa y analítica y además, si bien soy médico general, tengo una maestría en salud pública y promoción de la salud por la universidad que se creó expresamente para que eduquen a quienes serían directores generales de la Organización Mundial de la Salud. Organización con la cual he colaborado a nivel mundial, regional y local. He trabajado con gobiernos de naciones primermundistas y las que están en desarrollo, también con los tres niveles de gobierno de la República Mexicana. Quizá no están listos para esta conversación, porque no es fácil aceptar la vulnerabilidad que tenemos todos (esto no tiene nada que ver con el dinero, ni con primero los pobres), una vulnerabilidad que construyen los gobiernos y la industria de la salud. El problema radica en que si no empezamos a hablar sobre ello, por tu salud terminará por convencernos que estar sanos, es estar enfermos, porque la industria de la salud se alimenta exclusivamente de la enfermedad, y el tiempo, ambos commodities irrecuperables. Para la industria de la salud y los gobiernos, entre más sanos estemos y tengamos control sobre nuestro tiempo, ellos tienen más pérdidas económicas y políticas.
¿Ya podemos hablar de esto?
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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