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Por Martha Carrillo

Existe una frase muy poderosa, pero que por su sencillez poco reparamos en ella: “cosechas lo que siembras” y esto es muy cierto. Si siembras limones cosecharás limones, si siembras mangos cosecharás mangos, y lo mismo ocurre con nuestro pensamiento. Dependiendo de la calidad de las “semillas” que pongas en él, dependerán las emociones que experimentes y el tipo de vida que tengas.

 

Si todo el día estás llenando tu mente de noticias angustiantes y escalofriantes, el cortisol que genera tu cuerpo te provocará niveles de estrés difíciles de manejar, la  ansiedad y miedo se harán presentes y te harán vivir un día realmente tenso y difícil de sobrellevar. Pero si por el contrario, centras tu atención en las cosas buenas que te rodean y agradeces constantemente por ellas, la hormona de felicidad se activará y te motivará a estar contenta, armónica y feliz, más allá de la realidad que estés  viviendo.  Sé que esto suena como a una inscripción al club de los optimistas en donde agarrados de la mano gritas lo feliz que eres, pero no se trata de eso. Se trata de cuidar tu energía, tus pensamientos y tus emociones para provocarte un mayor bienestar. Y sí, leíste bien, dije “pro-vo-car-te”, porque los expertos en neurociencia han descubierto que así como sembramos semillas en el campo, podemos hacerlo dentro de nosotros para crear un mundo interno más gratificante.

 

De ahí que ante una misma experiencia haya dos personas que la viven totalmente diferente: en donde una puede ver una tragedia, otra puede ver una bendición. Como bien se dice: “en dónde está tu atención está tu energía”

 

De la misma manera ocurre cuando estamos creando sin mayor conciencia nuestra realidad actual y lo hacemos basadas en los pensamientos, creencias y emociones del pasado. Si ponemos siempre los mismos ingredientes para hacer un  pastel de chocolate obtendremos el mismo pastel de chocolate una y otra vez. Mi presente es el resultado de mi pasado y si no hago un cambio interno, mi futuro será prácticamente igual a mi presente. Difícil pensar en un resultado distinto, ¿no crees?

 

De ahí la importancia de generar en nuestra mente la imagen y la emoción que nos generaría nuestro “yo del futuro ideal”. Este no es un juego, es poner en uso la neuroplasticidad de nuestro cerebro, creando nuevas redes neuronales para que a través de nuestra percepción nuestra mente pueda detectar en la realidad las acciones que debemos tomar para manifestar una nueva realidad. Es a través de una visualización sentida como podemos vivir nuestro futuro “hoy”, para enseñarle a nuestro cuerpo, corazón y mente que se siente estar ya en nuestro yo  ideal y poder crearlo

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Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.