Por Martha Ortiz
Plantear la vida como una receta de cocina es un tema interesante, ya que nos aporta una simbología importante y nos ayuda a tomar conciencia de los ingredientes con los que contamos. De igual manera, nos muestra lo que se requiere para cocinarlos con grandeza y traducirlos en experiencias de vida.
Por lo general, las mujeres tenemos una familiaridad con este conocimiento, ya que hemos vivido las cocinas como un espacio de libertad que nos empodera, donde podemos mandar, tomar la sartén por el mango y vivir en la trinchera del fuego.
Este maravilloso espacio ha sido también, desde siempre, un lugar para crear vínculos de complicidad, compartir historias, experiencias y narrativas que nos unen.