Por Martha Ortiz
Pienso que en cada país hay una historia gastronómica que contiene una traducción y correspondencia de sucesos históricos y sabores presentes en el devenir de las naciones. México es ejemplo de esto, y nos ha marcado desde siempre con la sangre de moles y adobos espesos que corren por las venas.
He reflexionado en que “la patria gastronómica mexicana” es femenina por su sensibilidad, talento, belleza, personalidad aguerrida y sabores únicos, entre otras maravillas. Nuestra tierra es fértil y muchas veces soporta tanto que grita, pero en su bondad nos regala gemas labradas que son parte de nuestra corona, hiladas cual filigrana de platillos excelsos.