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Por Mónica Hernández

En uno de mis múltiples chats, alguien lanzó una pregunta. Normalmente, nadie contesta, pero en esta ocasión, los casi 100 miembros del chat opinaron, lo cual fue un hito en la historia de ese medio de comunicación que nos reúne a compañeros de la primaria, secundaria y preparatoria (todos pasamos de 50 años… así que cada quien haga la cuenta de los años de conocernos que tenemos ahí reunidos).

La pregunta parecía inocente, sincera. Algo preocupada, tal vez inquieta. ¿A qué edad han dejado manejar a sus padres? Teniendo en cuenta que la edad promedio del miembro del chat está por encima de los 55 años, el asunto de la edad de los padres (de muchos de ellos, porque un poco más de la mitad ya murió en algún momento de nuestra amistad) no es cosa menor.

Me explico. En México no existe una edad máxima para tramitar y obtener la licencia de manejo. Sí existe una edad mínima: dieciocho años, como para casi todo lo que requiera un adulto. La ley contempla que a los 18 cada persona es un adulto responsable (aquí se fregó el invento…) pero no existe en ninguna ley, ni reglamento ni nada de nada, impedimento para que se tramite. No pude evitar pensar en el fallecido esposo de la reina Isabel II de Inglaterra: detenido por chocar a los 99 años con otro auto. Iba solo, manejando su Range Rover, como inglés que se precie. A todos nos pareció increíble que no utilizara los servicios de un chofer para sus traslados.

Entonces, ¿hasta qué edad debemos dejar a nuestros padres que manejen? De esta pregunta, pero sobre todo, de esta respuesta, depende mi propio futuro. ¿Hasta qué edad me va a dejar manejar mi hija? ¿A qué edad se pierden facultades, reflejos, instintos, etc.? En países desarrollados (inserte aquí el comentario y el adjetivo de su preferencia) se realizan exámenes periódicos para la renovación de la licencia de conducir. En muchos países europeos, Estados Unidos y Canadá, se debe presentar examen a los 65 años y la renovación dependerá de las capacidades y de las aptitudes del conductor. Ya se sabe, cada persona envejece de manera diferente. Se incluyen examen médico general (real, no de la Farmacia del Ahorro ni obtenido mediante soborno), examen de la vista, biométricos… casi como un check-up. En México esto no ocurre. Entonces, depende de los hijos o de las personas a cargo del “adulto” decidir en qué momento se les retira la libertad, la independencia. Vamos, que esconderle las llaves al padre/madre (este fue el comentario más socorrido en el chat) equivale a decirles que ya no sirven, que ya no pueden entrar y salir a la hora que se les pegue la gana. Han dejado atrás la “juventud” y, a partir de ese momento, deberán depender de un tercero que los saque a la calle. Si hay suerte, será un chofer. Si no lo hay… dependerá de la disponibilidad, simpatía, compasión y ganas de ir por el padre/madre hasta su casa y llevarlos a donde quieren ir. Así sea el médico, el súper, el café con los amigos. Aquí entran los nietos en edad de manejar y con licencia, porque ya se sabe, recién aprende uno a manejar, quiere ir en coche hasta por las tortillas.

Gente, les pido un poco de compasión por sus padres, por sus abuelos. Quitarles las llaves, el coche y la libertad equivale a clavar los primeros clavos en el ataúd de quien un día nos cuidó. Desde luego, se hace en aras de la seguridad de ellos mismos y de los demás (los ancianos manejan despacio, a trompicones, con poco cuidado a las señales de tránsito y desesperan a los demás). Pero hay que hacerlo no ya con tacto, sino con amor. Jubilarlos de sí mismos puede ser un reto aterrador para ellos y para nosotros.

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