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Por Mónica Hernández
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Este día se conmemora, y en muchas familias se festeja, el Día del Padre: esa figura cuyo origen popular surge de una festividad religiosa (no se puede festejar el día de Dios, que es el Padre, el Hijo y, además, el Espíritu Santo), pero sí un día para quien dio nombre, apellido y ejemplo. El día asume un reconocimiento al esfuerzo y la labor, además de su rol en la formación y manutención de la familia. Se supone que es un día dedicado a reconocer la importancia de un padre en el hogar y también a honrar a quien nos dio un apellido.

En México tampoco nos ponemos de acuerdo en si se propuso celebrarlo en 1946 o en 1948, pero para los años 50 ya se celebraba en las escuelas, como el Día de las Madres.

Dato interesante: según datos del Consejo Nacional de Población, solo el 50 % de los mexicanos celebran este día, contra más del 70 % que festejan el 10 de mayo. ¿Casualidad? No. Causalidad.

En México, tan solo el 16.8 % de los hombres participa en la prevención de un embarazo. El interés de los padres por la anticoncepción se considera un asunto “de ellas” (total, son las que “padecen” el embarazo), lo que se traduce en cubetadas de estadísticas en las que hay padres ausentes, padres que no pagan pensión, padres que se desentienden de la crianza, padres que golpean o padres que nunca supieron que fueron padres. Padres a los que nunca les interesó serlo e, incluso, padres que, sabiéndolo, se niegan a registrar a sus hijos con el apellido que les corresponde… y un largo etcétera. Leyendo las cifras, que la mitad de los mexicanos festejen a su padre me parece incluso elevado.

¿Qué es paternar? Haciendo un símil con maternar, debería ser cuidar y educar a los hijos procreados. No es solo hacer de proveedores de casa, comida y sustento, sino de emociones, de presencia. Resulta dificilísimo imaginar a un hombre que no recibió atenciones (debido a una larga herencia de generaciones de machos alfa, perpetuada por madres abnegadas y amorosas), ofreciéndolas a sus vástagos. ¿Responsables? Sí. ¿Culpables? No. La cadena está rota porque necesitamos, como sociedad, educar a nuestros hijos para que se conviertan en los padres que necesitamos como sociedad. Este pez que se muerde la cola me da dolor de cabeza.

Para celebrar el Día del Padre, primero hay que tener o haber tenido un padre. O convivir con alguien que lo sea. Este domingo es ese día en que los restaurantes están llenos de padres “solteros” (a veces con sus propios padres a cuestas) comiendo con sus hijos, porque ese domingo los tienen prestados. Y no debería ser así. La convivencia no debiera ser un domingo al año —o ninguno— si hay abogados, sentencias y demandas de por medio entre los padres de la(s) criatura(s).

¿Qué necesitamos como sociedad para festejar a quien nos da —a veces— el apellido? Por otro lado, hay quienes sí celebramos la vida y la maravilla de tener a nuestros padres vivos y sanos. Tú, lector, lectora: ¿celebras el Día del Padre?

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@monhermos

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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