Por Mónica Hernández
El primer día del resto de tu vida puede ocurrir varias veces a lo largo de tu vida. Se me ocurre cada cumpleaños, cada que cambias de estado civil, cuando empiezas tu vida estudiantil en cierta carrera o comienzas tu vida laboral. O como en el reciente caso de una amiga querida, a causa de un accidente cerebrovascular que le ha dado un giro de 180 grados a su vida hacia la discapacidad permanente. Hay otro día que también es el primero del resto de tu vida: el día que te confirman que eres oficialmente menopáusica. Suena terrorífico.
Ya lo habías anticipado: bochornos, cambios de humor, insomnio, el adiós a la cintura y la bienvenida a la grasa donde antes nunca la hubo. La gravedad comenzó a hacer de las suyas y sin embargo te negabas a ver que las cosas se estaban acomodando en otro lugar. Sí, los espejos pueden mentir pero la ropa no. Por un lado, feliz de haber terminado la vida reproductiva (ahora solo te tienes que cuidar de no contagiarte de alguna ETS), pero ya no de contar días para calcular los días fértiles e infértiles. Dejas de comprar y cargar condones y productos de higiene femenina, ni para socorrer a alguna comadre en apuros. Te puedes vestir de blanco todos los días que quieras sin mirar el calendario. Por fin puedes dormir boca arriba o boca abajo sin temor a amanecer en medio de la bandera de Japón. Se cerró esa puerta. Hoy se abren otras ventanas y zaguanes. Te queda la mitad de tu vida y ahora eres más libre. También para ser más adulta y más responsable de ti y de todo lo que metes en tu cuerpo (alimentos y pensamientos incluidos).
Nosotras le echamos muchas culpas al patriarcado y sí, tienen muchas culpas. Pero es momento de reconocer que de algunos temas somos cómplices. Tú eres cómplice. Yo soy cómplice. Todas somos responsables. La menopausia nos ocurrirá a todas. A TODAS. ¿Cuándo fue la última vez que mencionaste las hormonas en la comida familiar? ¿Sabe tu pareja que tus cambios de humor no sólo se deben a tu mal genio? Hablemos de la menopausia. Con todos. No es motivo de silencio ni de vergüenza. No des lástima, no pidas perdón. La menopausia no sólo es natural. Es normal.
Leí que alrededor del 85% de las mujeres padecen síntomas asociados con la menopausia. Sólo el 10 o 15% de los hombres llegan a identificar algún síntoma de andropausia (sí, ellos también tienen cambios de humor, insomnio y desarrollan una panza que antes no estaba ahí. Sí. A ellos también se les cuelgan los órganos del cuerpo, lo mismo que a las mujeres. Algunos hombres incluso tienen estrías). ¿Queremos que los hombres nos comprendan o nos adivinen? Normalmente y no nos engañemos, queremos que saquen la bola de cristal y entiendan aquello que ni nosotras somos capaces de explicar. Y no lo sabemos explicar porque no nos informamos. No leemos. No preguntamos. No hablamos de ello. Las “cosas de mujeres” siempre se han considerado tabú y nosotras nos encargamos de que así sigan. Leamos de la menopausia. Preguntemos por la menopausia. Hablemos de la menopausia. Normalizamos la violencia, la indiferencia, el racismo y muchas actitudes sociales nocivas como el chisme, la crítica, la envidia y el body-shaming. Normalicemos la menopausia. ¡Y ojo! No te estoy diciendo que cuelgues un cartel en tu cuello que diga “mucho gusto, soy menopáusica”. No se trata de una moda, de una corriente filosófica ni de una postura de yoga. Se trata de incluir al resto de tu familia y amigos en tu vida. Bienvenida al resto de tu vida.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
Comments ()