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Por Mónica Hernández

Tomé prestado el título de una obra maestra de George Orwell, quien entre otras actividades, participó en la guerra civil española, del lado liberal, que fue el que perdió. Ya desde su estancia en las trincheras de una zona árida y de peculiar paisaje, llamada Los Monegros, vislumbraba, desde sus casi dos metros de estatura, el mundo que desaparecía para germinar en otro, nuevo, sangriento y menos social de lo que se pretendía. 

En su novela, el escritor intentó representar la forma -el cómo, el proceso, el camino- en que el socialismo se corrompe para dar paso a un régimen autoritario, usando como ejemplo la Rusia del siglo XX. Conste que creía en los ideales revolucionarios de principios del siglo XX, pero no se cegaba en cuanto a la mezquindad humana. En un ambiente bucólico y pastoril, los animales encuentran que tienen quejas sobre los imperfectos humanos que los gobiernan. Asociándose y escuchando al que más habla, los animales expulsan a los humanos tiranos para poner un gobierno que promete mucho y cumple poco o nada de sus promesas de campaña y que a la larga resulta peor de tiránico que el que tenían originalmente. Como a los animales les gusta quejarse, ahora se quejan de haber eliminado a los humanos y haber dejado que los tiranos los gobernaran. Siempre se extraña lo que ya no se tiene. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.