Por Mónica Hernández
Comienzo aclarando que no soy médico. Nada más lejano. Pero cada vez escucho a más personas (sí, mujeres melindrosas) a mi alrededor quejarse acerca de un padecimiento que se suma a los que tenemos las mujeres, ese 51% de la población. Este padecimiento se llama indiferencia, falta de atención o tal vez y más preocupante, falta de conocimiento médico. Me explico.
Las mujeres que llegamos a cierta edad nos encontramos con síntomas que no parecen tener conexión entre sí: insomnio, malestar estomacal, palpitaciones, depresión. Irritabilidad que aparece en estallidos lo mismo que unas ganas incontrolables de llorar. Como llegan se van. Aumento de peso. Caída del cabello. Nos suelen recetar calmantes y ejercicios de meditación para la ansiedad. Al final, todo se reduce a nuestras hormonas, ¿no?
Otras por el contrario, sufren de una especie de gastritis, un malestar estomacal nada grave ni mortal, pero continuo. A veces molestias de cuello, rigidez en los músculos, como de haber dormido mal y sobre un brazo. Cansancio. El médico tacha los síntomas como estrés, mucho trabajo en casa y en la oficina, los hijos, el marido, el gimnasio. Hay que aprender a relajarse y a dejar ropa sin lavar o comida sin preparar para no llenarnos tanto de trabajo. Es que las mujeres parece que queremos hacerlo todo. Al final es nuestra culpa. ¿Queríamos hacer de todo, no? Ahora aprendamos a manejar el estrés.