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Por Yadira y Beatriz
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Somos Yadira y Beatriz. Nuestra detención fue el 30 de junio de 2015 en las inmediaciones del municipio de Tlalnepantla acusadas de un delito que no cometimos. Nos aprehendieron por un supuesto hecho cometido en la calle Guadalupe Victoria, número 4, colonia San Lucas Patoni, del municipio referido perteneciente al Estado de México. Eran aproximadamente las 3:30 de la tarde se oían muchos ruidos, como sirenas de patrullas. Cada vez se oían más cerca. Mis compañeras se preguntaban ¿qué habrá pasado a estas horas?, pues seguíamos trabajando. Después de un rato vimos a mi jefa Maribel Ventura Reyes saliendo del taller. A cada rato hacía llamadas y se veía muy enojada. Después me llamó a la oficina y me preguntó por Roberto (hermano de una persona de nombre Faustino) y le contesté que a la mejor en su trabajo, pues sabía que él trabajaba en una tortillería, pero no tenía comunicación con él pues no nos hablábamos. Por eso no sabía nada de él. Maribel me dijo bueno no pasa nada. Sigue con tu trabajo. Seguí laborando cuando aproximadamente a las 4:30 la señora Maribel nos dijo a todas que apagáramos las máquinas.

Como a las cinco salimos todas del lugar. Yameli, Antonia, Lucero, Valeria, Alejandra, Jorge Pavel y yo, vimos que había muchos policías, muchas patrullas y mucha gente. Nos despedimos y cada quién tomó su camino. Pavel y yo nos fuimos a nuestra casa, porque vivíamos ahí cerca. Me adelanto y cuando voy llegando al zaguán estaba un policía ahí y me dijo ¿adónde va usted señorita? Yo le dije a mi casa. ¿Vives aquí? Le dije sí. ¿De dónde vienes? De mi trabajo y entonces el policía me dijo que si podía acompañarlo. Le dije que sí, pero le pregunté el motivo. Me dijo porque hay un problema. Es más, tus vecinos ya están en el Ministerio Público. Además, a ti sólo te van a entrevistar en la camioneta porque te vi llegando de tu trabajo. Ok. Sólo déjeme cerrar mi casa. Sólo emparéjala. Y así, solo al bajar de una escalera, al llegar al zaguán me agarra del brazo por la espalda y me dijo que no me hiciera pendeja, que sabía muy bien lo que había hecho, y que para empezar no sabía ni hablar español. Me dijo puta india, me asusté porque me hablaba muy feo y me metió en una patrulla, cerró y me decía un montón de groserías. Me jalaba del cabello, me cacheteaba. Yo les juraba que sólo venía de trabajar. En un rato más veo, de lejos, a mi cuñada Beatriz Ignacia con su bebé en brazos. Damián tenía siete meses, venía de vacunarlo y dirige su vista hacia donde me tenían encerrada. Una mujer policía le quitó al bebé, le jalaba el cabello, y el niño empezó a llorar. Más tarde llegó Maribel diciéndole a los policías que porque nos llevaban a nosotras sí no habíamos hecho nada. No le hicieron caso. Ella había hecho la denuncia y nunca se imaginó que iban a ir tras de nosotras. Nos llevaron al Ministerio Público con todo y el bebé y ahí estaban Valeria y Consuelo, hermanas de Faustino. No me di cuenta que las detuvieron a ellas. Nos pasan a cada una a un cuarto pequeño donde no había mucha luz. No había cámaras, me golpearon, me metieron una bolsa en la cabeza y no podía respirar, me tocaron los pechos. Me dijeron que firmara unos papeles y me dejarían ir. Que querían saber lo que había hecho. Yo les juraba que no sabía nada, pero nunca me dejaron en paz. A mi cuñada la amenazaron con su bebé, sin saber porque nos estaban haciendo eso. Y así nos acusaron de un delito que no cometimos: secuestro agravado.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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