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Por Nadia Rodríguez Martínez

Desde tiempos antiguos aprendimos a reunirnos en círculos con distintos propósitos: dialogar y solucionar algún problema en la familia o en el pueblo; diseñar estrategias de acción, convivir y festejar, entre otras cosas. Esta forma de hacer comunidad aún sobrevive y rinde frutos muy buenos, es solo que actualmente poco nos damos cuenta de su riqueza como herramienta para construir relaciones humanas sanas porque vivimos sobresaturados de creencias como: ¡No confíes en nadie! ¡La gente es cabrona! ¡No te dejes! y una larga lista de frases que hablan de lo rotos que están nuestros vínculos. 

Para la doctora y activista Jean Shinoda Bolen, las mujeres tenemos el potencial de transformar el mundo reuniéndonos en círculos donde la regla es mirarnos de manera horizontal, sin entrar en competencia, sin juicios, hablar de nuestros problemas, miedos y anhelos. Así podemos hacer espejo y darnos cuenta que nos pasan las mismas cosas, nos podemos apoyar y salir adelante juntas. Luego podemos convocar a más mujeres a hacer círculos y mejor aún, llevar todo lo aprendido a nuestros entornos familiares, escolares y sociales.

Hace pocos años descubrí los círculos de mujeres y conocí a una gran maestra: Ana Ramírez, directora de Koyouali, quien como otras “brujas sabias” en México y alrededor del mundo ha confiado en el poder de los círculos: 

“Shinoda lo posicionó a nivel mundial, ella de hecho tiene una cátedra en la ONU que habla sobre el millonésimo círculo y es un concepto interesante porque nos habla sobre los campos mórficos en donde estamos cambiando esta conciencia colectiva que no se queda solamente en el círculo, sino va cambiando la dinámica de relación.”

“Se aprende a no tomar los mecanismos de la sociedad patriarcal como la competencia, la división, la separación y cambiarlos por los mecanismos de colaboración, de valía, de autocuidado.”

Los graves problemas en esta sociedad patriarcal acentúan el machismo y han incrementado la violencia, desconfianza, egoísmo, abuso, soledad, depresión, entre otros males que deterioran no solo la integridad de la mujer, también la de los hombres. En los círculos se intenta desbaratar este sistema:

 “Se trata de cambiar las dinámicas de relación patriarcal que afectan a hombres y mujeres por una dinámica post patriarcal que como dice Rita Segato: implica quitar el concepto de territorialidad donde la mujer es un territorio a quien dominar. También implica quitar la idea de que alguien  es dueño de ti, de tu cuerpo.”

“…hay que ir desbaratando una violencia que se quedó introyectada y que además no solo es de la mujer que la porta, sino es de toda una generación de mujeres que han sido violentadas de muchas maneras y es casi como una herencia.”

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.