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Por Nuria Palou, internacionalista, asesora de recaudación de fondos y activista climática y de género.

El poeta austriaco Rainer Marie Rilke dijo que “la verdadera patria del ser humano es la infancia” y ahora, después de observar, escuchar y vivir de cerca la existencia de mi hija de 1 año 5 meses - la bien conocida, inquilina de mi vida - no me queda duda que esto es una verdad absoluta.

La manera en que su reflejo permea en mí y en los recuerdos de mi propia infancia es única. En los deseos y añoranzas de pensar en todo lo que es la inocencia y también en la delicadeza con la cual la tienes que tratar y proteger.

En los últimos meses he trabajado muy cerca de Irma y Ana, dos mujeres comprometidas con la lectura en la primera infancia y con el libro como objeto de juego. He aprendido tanto de ellas, de la importancia de cultivar una infancia lectora cercana, seas de dónde seas y vivas donde vivas.  Esto es lo que me ha traído más retornos a mi primera patria. A través de las lecturas con la inquilina me viene flashazos de recuerdos de lecturas con mis padres por las noches, las mañanas de libros con mis abuelas, los libreros de mis tíos, y tías, e ir a cuentacuentos con mi abuelo y un inolvidable verano en la Biblioteca Palafoxiana. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.