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Por Nurit Martínez

La propuesta de eliminar el examen único de la Comipems (Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior) en la próxima administración federal pone en la mesa no solo la necesidad de tener más espacios para que los jóvenes en México tengan una alternativa para continuar su formación, sino la definición de qué queremos para los jóvenes al llegar su adultez: ¿que se preparen para seguir estudios universitarios o que al finalizar esa etapa tengan habilidades mínimas para el empleo?

Son dos las preguntas. El examen hasta ahora es también un diagnóstico de los conocimientos mínimos de los estudiantes para poder ingresar a la institución que quieren, pero ¿qué hacemos con los más de 27 mil que cada año no logran tener el puntaje mínimo de ingreso?

La otra es: ¿qué formación debe alcanzar una persona que se inserta en el sistema educativo en México a los 18 años? Este debe ser el planteamiento de fondo.

A los 15 años, como lo tenemos ahora, el sistema educativo les pide definir a esos jóvenes, que atraviesan por la inestabilidad de la adolescencia, gran parte de lo que será su vida adulta y profesional: caminar por las ciencias duras, las biológicas-médicas o por las sociales, las artes y humanidades.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.