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Por Nurit Martínez

La historia del padre que camina apresurado desde Xochimilco cargando a su hijo envuelto en un petate para que pueda recibir atención en el Hospital Infantil en el centro de la Ciudad de México, retratada en la película Mi Niño Tizoc de 1972, sigue siendo una realidad para muchas familias que, al no contar con acceso a los servicios de salud en todo el país, buscan cualquier medio para viajar a la capital por la esperanza de vida en uno de los institutos nacionales de salud o los especializados que están en la colonia Doctores.

Sólo es cuestión de acercarse a las inmediaciones de esos lugares para saber que incluso hay familias que, aunque estén registradas en el IMSS, el ISSSTE o algún otro servicio público de salud, prefieren acudir a los centros especializados. Por ello, no es menor la alerta, los focos rojos y la condena que va creciendo en el sector salud una vez que se han dado a conocer los detalles que anticipan un recorte presupuestal del 34% para 2025.

Tuvimos un sexenio de movilización de residentes médicos, especialistas, personal de la salud, directivos, asociaciones, pacientes y padres de familia, un activismo no visto desde el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en 1965.

José Agustín escribió en Tragicomedia mexicana 1. La vida en México de 1940 a 1970 que ocho mil médicos de cinco hospitales de la Ciudad de México y de otros 48 centros ubicados en los estados iniciaron una huelga porque “los jóvenes descubrían aterrados que trabajar para el gobierno (o la iniciativa privada) significaba caer en la explotación e incomodidades sin límite” y con ello pretendían que el gobierno “los oyera y el pueblo se enterara de sus demandas”.

De igual forma, vimos las movilizaciones de los médicos, y la respuesta del gobierno fue la represión presupuestal y laboral: a los residentes les paga menos que a los jóvenes que beca y que no tienen estudios ni trabajan.

Hay nuevos espacios laborales en la salud son ocupados por médicos procedentes de Cuba que, en la práctica médica (por su actualización tecnológica) están menos capacitados que nuestros jóvenes o nuestros médicos, quienes no cuentan con salarios, horarios, prestaciones o remuneraciones adecuadas.

¿Qué le hace al gobierno pensar que un médico en formación tiene suficiente con un salario mínimo? Durante los últimos años, la demanda fue que las decisiones de austeridad mal entendida fueran corregidas.

Entendíamos que un secretario, pero sobre todo el subsecretario Hugo López-Gatell, tomaba decisiones a partir de su adoctrinamiento y la aversión a quienes no pensaran como él. Sobre eso se busca una verdadera transformación.

Hacer más con menos tiene un límite, y la salud ha sido blanco de ese discurso que oculta falta de interés por lo que les ocurre a los más pobres del país.

Esa gestión prefirió armar tramas medievales en su contra, en lugar de plantear soluciones contundentes. Acusó a los padres de familia de armar golpes de Estado y, en efecto, cualquier madre o padre está dispuesto a todo con tal de salvar la vida de sus hijos, más si les dicen que un cáncer se ha diagnosticado a tiempo y lo que faltan son medicinas y médicos, espacios para que puedan ser atendidos.

Por fortuna, hay males que tienen fecha de caducidad, y el cambio de gobierno se antojaba para tomar el desafío en serio.

Pero si la decisión presupuestal que proviene —no sabemos de qué oficina sin conciencia social— decide que, en lugar de que en México alcancemos al fin la inversión de 6% del PIB en salud, pretenda mantener el promedio de solo 2.5% de inversión, entonces es seguro que el discurso político desde Palacio Nacional se repita con falsas acusaciones de complots contra la transformación.

La propuesta de financiamiento a la salud para 2025, como lo mostró el Centro de Investigación Económica y Presupuestal, señala un deterioro en la atención a la salud, en particular en los institutos de Pediatría, Nutrición y Cancerología.

Horas más tarde, conocimos la filtración en redes sociales de la carta del director del Instituto de Cardiología, Jorge Gaspar Hernández, en la que advierte “la crítica situación que atravesamos” y enumera, entre otros, la dificultad para obtener dispositivos médicos, alimentos adecuados para el personal o financiamiento para la construcción.

Un día después, dijo de forma oficial en la página de la institución que los rumores de que se suspenderán cirugías por falta de insumos “son infundados” y justificó que su anterior comunicación era interna para que haya un cierre de filas con la institución.

No es solo eso lo que ocurre. Los pacientes del instituto van contando sus pesares por tener que comprar de su bolsillo las medicinas, incluso los marcapasos, o cubrir los insumos médicos si requieren ser atendidos. Y eso ocurre a la mirada de todos, y nadie detiene eso.

En años anteriores he dado cuenta públicamente de que, a pesar del incremento en el número de niños con cáncer provenientes de todo el país, nada hizo que se autorizara la ampliación del Instituto de Pediatría; y ahora, la institución se suma a la lista de las que tendrán el mayor recorte para 2025.

Como decía al inicio, con esa imagen en la que los más pobres siguen buscando atención especializada de profesionales bien remunerados, que al llegar cuenten con los insumos para la atención de sus pacientes, se realicen diagnósticos oportunos y que también se brinde acceso a medicinas y no solo paliativos.

El acceso a la salud y a las medicinas tiene un alto costo para las familias que no tienen seguridad social. El gasto familiar ha sido documentado y representa un monto cada vez mayor, incluso para quienes cuentan con servicios de salud, porque la atención ni es oportuna ni de calidad.

La atención a la salud sí requiere una reforma, pero la primera está asociada al esquema en el que se brinda el servicio y la otra vertiente se relaciona con los recursos que se le destinan.

Tenemos servicios de primer nivel, en efecto, que compiten con las grandes potencias, pero también hay servicios de segunda, de tercera, de nula reputación y los que se puedan para la población más pobre.

¿Qué se necesita para que alguien se ponga serio y tome en serio lo que le pasa al sistema de salud, y para que en todo el país haya oportunidad de tener acceso a un médico especializado? De lo contrario, las familias seguirán migrando en busca de una esperanza de vida.

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