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Por Nurit Martínez

La designación por mayoría del Consejo Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para que Julia Tagüeña sea investigadora emérita no solo reconoce a la científica que con valentía enfrentó el acoso judicial del gobierno de la Cuatroté, si no marca una postura. 

A unos meses de que concluya la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, la persecución a 31 investigadores, tal como en la Inquisición, será uno de los peores capítulos de la llamada Cuarta Transformación.

La batalla que libró Julia Tagüeña en estos años le hizo ganar más seguidores de los que ha acumulado en más de 50 años de trabajo científico. Cuando el Consejo Universitario de la UNAM dio a conocer su determinación provocó que la comunidad científica nacional e internacional reconocieran en ella a “una científica patriota”.

Ese título de investigadora emérita no sólo reconoce sus contribuciones excepcionales en el desarrollo de semiconductores que son claves en la revolución digital. Se trata de una nanoestructura a partir del uso del silicio amorfo y silicio poroso para crear, entre otros, energía limpia a través de paneles solares.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.