Por Nurit Martínez
En la descripción del decálogo que lanzaron las rectoras de las universidades públicas y privadas del país para para erradicar la violencia de género en México queda claro que detrás de ello se requieren reformas legales, organizacionales, canalizar presupuestos públicos para generar un cambio cultural de largo plazo, pero también saber qué hacemos con los agresores.
Reunidas en la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), las rectoras, directoras y presidentas de universidades, institutos, normales y centros de investigación lanzaron ese llamado a la sociedad a sumarse al Acuerdo Nacional por una Cultura de Paz y Erradicación de Violencia de Género en el que participan 219 instituciones educativas.
El Decálogo propuesto aborda los diversos escenarios para atender a quienes han sido violentadas, pero también incluye valoraciones polémicas que sin lugar a dudas hace polémica iniciativa, dado que sugiere que así como las víctimas puede recibir atención integral para lograr su reinserción en los espacios educativos o laborales, “en lo posible” lo mismo puede ocurrir con los perpetradores de acoso, hostigamiento, bullying, agresores sexuales, entre otros.
Ahí hay posturas radicales y no es para menos, nadie permite un grado de tolerancia a agresores o violentadores.
Como sociedad suena bien promover que incluso aquellos que cometen todo tipo de delitos deben tener garantizados ciertos derechos.
Lo cierto es que cuando algo nos afecta de forma directa queremos que todo el peso de la ley caiga sobre el agresor o agresores o bien, en otra vertiente, la reacción es básica y se busca que la sanción sea en proporción al dolor que sentimos. Diente por diente, aunque a estas alturas haya comunidades chimuelas.
Aunque el documento sólo lo firmaron 26 universitarias líderes de sus comunidades, se trata de diez medidas a la que se adhirieron 219 instituciones en el país –entre ellas las más grandes UNAM. IPN, Tec de Monterrey, El Colegio de México, la UAM– y se busca que el eco llegue a todos los rincones sociales de México.
La iniciativa busca impulsar y fortalecer los esfuerzos individuales, replicar casos de éxito, es decir, crear protocolos, unidades de atención a las víctimas y diálogo con autoridades para dar seguimiento y sanción a los agresores.
Si en realidad queremos que el Estado mexicano eleve las acciones para erradicar la violencia de género, vale la pena reflexionar en uno de los principios planteados en el Decálogo. Como principio rector debería promoverse que la violencia no puede ser el factor que impida cualquier derecho y en el caso de las universidades, la educación superior.
Es central que se enuncie y se abandere como derecho básico. Debe ser el principio rector por el cuál todos debemos luchar y hacer efectiva la estrategia de Cero Tolerancia a la violencia de género, lo mismo que Cero Tolerancia a la revictimización.
El Decálogo propone la atención integral de las personas, se facilite la resolución pacífica, la restauración de las relaciones rotas o dañadas.
De ese Decálogo resalta la necesidad de fomentar y facilitar los mecanismos para la denuncia, así como eliminar obstáculos legales para que las personas que son hostigadas, acosadas o abusadas puedan contar con canales claros para iniciar las denuncias y tener acompañamiento y protección.
El Decálogo propone articular con los sectores público, social y productivo los recursos y los mensajes que permitan realizar campañas nacionales de alto impacto para generar una opinión pública informada y alerta contra la comisión de las violencias de género.
Una de las medidas que se sugiere también en ese diseño y articulación de nuevas políticas públicas e institucionales, es el promover el aseguramiento de las garantías de no repetición.
Sin embargo, tras la presentación directoras y rectoras coincidieron en que incrementar el presupuesto es fundamental para hacer posible que en cada centro de investigación, universidad o instituto pueda ocurrir ese cambio cultural de largo plazo que requiere México.
Falta saber de qué tamaño será la respuesta a este llamado urgente, veremos si como primer rebote las candidatas a la Presidencia de la República y el candidato toman este balón que han sorteado las líderes universitarias a unos días del 8M.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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