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Por Nurit Martínez

Las morras de México son la verdadera esperanza y el medio más efectivo sin el cual la política pública no podrá cambiar lo que sucede allá en la pareja, la casa, en la escuela, en los sitios de trabajo y en el espacio para que el acoso, hostigamiento, bullying, trata y otras violencias como el feminicidio pueda generar Cero Tolerancia en nuestro país en los próximos años.

Pero ¿quiénes son esas morras?, ¿De dónde salen y dónde se multiplican? Antes de llegar a ello hay que esclarecer, debemos identificar qué es una morra, porque a lo largo de casi cuatro kilómetros de marcha en la Ciudad de México y otras ciudades, fue más de una persona la que se preguntaba al paso de los contingentes de mujeres jóvenes: ¿Qué dicen? ¡Qué es una morra!

La consigna de solidaridad, sororidad, al paso de los contingentes era: ¡Esaaaaa mooooorra, sííííí me representa!, tras observar cómo esas jóvenes bailan, cantan, gritan, pintan paredes, elaboran pancartas de denuncia a sus agresores, crean llamativos atuendos, pintan sus rostros, muestran su dolor, su sororidad, son vehículo de denuncia y exigencia de justicia.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.