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Por Nurit Martínez

La combinación casera de botanas y bebidas exóticas se ha vuelto cada vez más frecuente para estar en una buena fiesta: combos de frituras que se mezclan con embutidos, frutas y verduras, así como una decena de picantes o salsas. Es lo más “pro” o de moda. Lo mismo ocurre con las bebidas que se combinan con gomitas, salsas y otras sustancias que les dan coloridos llamativos, entre más fosforescentes mejor, son garantía de una buena fiesta.

Por ello, los jóvenes, niños y adultos suelen buscarlos en diferentes presentaciones. “Los azulitos” son lo más recurrido y para los jóvenes y adultos hay combinaciones en vaso o jarritos. Más allá de los clásicos cócteles, ahora los hay que combinan varios tipos de bebidas alcohólicas o se agregan ciertos “toques mágicos” (algún tipo de droga) en presentación de gomitas, picantes o en polvo.

Frente a esto que ya es una nueva cultura que se reproduce en mercados informales, fiestas públicas o privadas, locales establecidos, restaurantes en todos los estratos sociales. El asunto es garantizar una buena fiesta o un buen combo.

Los paquetes, o chicharrones locos incluyen embutidos, los cueritos de puerco, cacahuates, estilo garapiñado o tipo japonés o solo salados, dulces, pepino, jícama, jitomate, crema, mayonesa, salsas, tipo inglesa, chamoy, de condimentos, arándanos, soya, picantes, chiles en polvo, clamato, limón, aguacate, zanahoria, col y un toque de sal. Todo eso sobre una fritura de hasta medio metro.

De concurso comerse eso, pero sí ocurre. Las variaciones son épicas y pareciera una maratón saber en qué lugar tienen más combinaciones o agregados.

A esto se están acostumbrando los niños, jóvenes y adultos. Una verdadera bomba de grasas saturadas, harinas y sodio adicional en una sola ingesta. Obviamente las escuelas no quedaron fuera de estos exóticos paquetes.

Como siempre ocurre, la autoridad llega tarde. Desde hace más de 15 años la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha buscado combatir el consumo de la comida chatarra o bebidas azucaradas para generar una nueva cultura de consumo alimenticio, más nutritivo desde la escuela.

Pero la industria formal, pero sobre todo en la informalidad se le dio la vuelta al gusto de los mexicanos. Se ofrecen todo tipo de paquetes que el consumo de frituras de aquellos años con picantes y salsas agridulces es ahora lo más sencillo.

A horas de que concluyera la gestión de la secretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez, se publicó en el Diario Oficial de la Federación los Lineamientos para regular la elaboración, distribución y expendio de los alimentos y bebidas preparadas, procesados y a granel en el Sistema Educativo Nacional.

En medio del cambio de gobierno, la nueva regulación perdió el foco que merece para combatir esta nueva forma de consumo de harinas y sodio en una sola ingesta.

Las multas y sanciones se recrudecen, incluso con quitar la autorización a quienes tienen la concesión de las tienditas escolares. Sin embargo, lo que niñas, niños, adolescentes y alumnado no encuentren en los establecimientos preescolares hasta la universidad, lo encuentran en el comercio informal en torno a estas instituciones.

Los expendedores disfrazan las frutas como sandías, manzanas, pepinos, jícamas y mangos de opciones saludables, pero en realidad la locura está en todos aquellos adicionales con que los visten: verduras o frutas enlatadas, deshidratadas con azúcar, en escabeche, almíbar, garapiñados, conservas, frituras, sal y azúcares adicionales.

Esos combos superan en mucho lo sugerido para el desayuno, refrigerio y la comida, de aportes energéticos que van del 25%  a 30% o 15 %, respectivamente.

Sin duda que a todos nos gusta estar en una buena fiesta y probar algunos productos novedosos y exóticos. Sólo que después de revisar esto que ocurre, ya no sé si en realidad es una buena idea.

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