Alejandro y Alejandra son los protagonistas de una historia que nos tiene con los nervios de punta. Alejandro es un fiscal muy poderoso, que no tiene empacho en utilizar su cargo para presionar a jueces, inclusive a ministros de la SCJN, para que sesguen sus decisiones a favor de sus argumentos y sus casos. Alejandra (Cuevas) no es un personaje público. Es la hija de quien fuera pareja de Federico Gertz, hermano del fiscal, y ahora está en prisión acusada de matarlo. Lo que es muy claro es que entre Alejando y Alejandra hay una asimetría total de poder.
El caso de Alejandra nos tiene con los nervios de punta porque nos muestra en una nuez lo que es nuestro sistema de justicia penal. Si no fuera un caso real y penoso sería perfecto para que el maestro en clase expusiera a sus alumnos los riesgos de que no existan garantías procesales para las partes involucradas en un proceso penal (lo que se conoce como el debido proceso legal) y la igualdad de armas entre la parte que acusa y la que defiende. Podría tejer un hilo argumentativo muy potente para hacer una defensa de nuestra reforma a la justicia emprendida en el 2008. Sin ella, la justicia nunca será justa.
El caso de Alejandra también nos hace sentir la injusticia cerca. Hemos sido indiferentes a las miles de personas que están en prisión preventiva sin tener sentencia quizá porque son personajes anónimos que no sentimos cerca. No nos conmueve que el trato en prisión para internas e internos sea degradante e inhumano. Ni que las garantías procesales a las que tenemos derechos sean violadas con frecuencia. Porque Alejandros y Alejandras hay en cada rincón del país y casos como éste se presentan los 365 días del año.
Los hijos de Alejandra han roto con ese anonimato a través de su activismo. Este era el alegato del ministro Zaldívar al decirles algo así como que son privilegiados al tener acceso a redes y medios. Y es cierto. Esta familia tiene los recursos intelectuales, morales y financieros para no claudicar. Hay muchos mexicanos que no tienen nada. O, con suerte, un defensor de oficio que maniobra con cargas de trabajo imposibles de manejar.
La causa a favor de Alejandra se ha vuelto causa de muchos. La identificación que sentimos con el caso también nos abre el entendimiento sobre los riesgos que corremos. No es remoto que podamos ser los próximos a los que violen sus derechos. Lo saben bien el grupo de investigadores y científicos perseguidos penalmente.
Por eso es tan importante que el poder se regule. En el proceso penal es fundamental que entre los distintos componentes del sistema se presenten contrapesos. La persecución penal es un instrumento potente y extremo en manos del Estado que debe estar bien regulado. Debe ejercitarse entre instituciones que se vigilan entre sí. La reforma a la justicia penal del 2008 buscaba, entre otras cosas, activar esa vigilancia recíproca entre
instancias del sistema de justicia. En su diseño, el poder de los ministerios públicos quedaba acotado con el control de jueces en distintas partes del proceso. Este juego de controles y contrapesos es fundamental. Representa un equilibrio.
Por eso resultaron tan aparatosas las filtraciones de las conversaciones entre el fiscal general y un subordinado en las que se desprendía que el fiscal contaba con el proyecto que sería sometido al pleno de la SCJN para votación sobre el caso de Alejandra. También insinuaba que tenía planchado el apoyo de cuatro ministros (lo que se comprobó después). La debida función de control del máximo tribunal quedó comprometida.
Germán Martínez, senador de la República, puso un planteamiento que lo describe todo en su artículo de Reforma de esta semana. Habla de la putrefacción de los vasos comunicantes entre la Corte y la FGR. Puede haber vasos comunicantes, lo que vemos hoy es su putrefacción. No nos sorprendamos, ha sido así por años. Lo grotesco de nuestros tiempos es que se hace sin pudor.
Entre Alejandro y Alejandra hay una asimetría de poder que se hace más grande porque las instituciones se corrompen, porque no realizan su función. Si realmente estamos sensibilizados, ¿nos quedaremos con los brazos cruzados?
@EdnaJaime
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