Por Pamela Cerdeira
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Hay un descontento generalizado con los gobiernos, con la promesa no entregada de la democracia, hay una generación a la que le robaron el futuro. La frase del futuro robado no es mía, tampoco una percepción generada desde la microburbuja de X, es de Ben Page, CEO Global de Ipsos. “Hay una crisis de la democracia liberal. Si ves a Europa y la misma América, puedes ver la pérdida del futuro, y también ha sucedido después del boom de los commodities en algunas partes de América Latina, si ves desde lo macro, esta es una idea que une a la humanidad. Después de todo el desarrollo que hemos visto en el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y la apertura de China al mundo después de 1990, hay una creencia general de que cada generación debería ser más rica que la generación anterior. Lo que ha sucedido en Europa y algunos países de América Latina, es que el futuro se ha ido.” 

En Estados Unidos, Donald Trump, el hombre que sugirió inyectarse desinfectantes como posible tratamiento contra el Covid-19, vuelve a buscar la presidencia y tiene posibilidades de ganarla. En su administración nombró a tres jueces de la Corte Suprema, lo que resultó en uno de los golpes más duros a las mujeres cuando echaron para atrás la resolución de Roe v. Wade que desde 1973 protegía las decisiones de las mujeres durante el primer trimestre de embarazo. Las diferencias políticas dividieron a las familias y amistades como nunca antes, y el incendiario discurso político terminó en la ya conocida toma del Capitolio. 

Por otro lado, los venezolanos viven los trágicos resultados de un presidente que llegó democráticamente, que terminó su primer mandato con altísimos niveles de popularidad. Gracias a la promesa cumplida de los apoyos sociales, la población votó reformas constitucionales que permitieron la reelección indefinida. Argumentando que el Poder Judicial tenía intereses distintos al pueblo e impedían la realización de su proyecto, y que era un sistema corrupto, dio un golpe al Poder Judicial que le permitió apoderarse de él. El 5 de marzo de 2013, Chávez murió de cáncer, y Nicolás Maduro, su vicepresidente, tomó el poder que mantiene hasta el momento. Vale la pena recordar que sugirió que el cáncer de Chávez podría haber sido provocado, “inoculado” por sus enemigos. Pero en Venezuela todavía se celebran elecciones, elecciones que se ganan sin boletas, sin pruebas, sin conteos, sin tomar en cuenta a la población. Pero ¿quién necesita ya al pueblo cuando tienes al Poder Judicial, al órgano electoral y al ejército?

Recuerdo haber escuchado con mucha sorpresa lo que en épocas de Chávez me platicaba una venezolana. La división política en su país era tal que si llegaba a su casa con una playera roja, su mamá le reclamaba porque parecía estar apoyando al chavismo. Era solo una playera, decía ella. La idea, en aquel entonces, me parecía ridícula, hoy ya no lo es tanto.

El balazo en el pie del Brexit en Reino Unido, Putin el eterno en Rusia, y la ultraderecha ganando espacios en Francia, la tierra de la Liberté, Égalité, Fraternité. No son fenómenos aislados, y me parece que en estos tiempos no hay discusión más hueca que aquella que alude a derechas o izquierdas. El mundo está al borde del fin de la democracia y los contrapesos como los conocemos, y nos pusimos (la humanidad) la soga al cuello por voluntad propia. La misma democracia, tan vilipendiada, tan “corrupta”, fue la que puso ahí a los que han encontrado formas para destruirla.

Pienso en la política, pero también en el lenguaje que usamos y la forma en la que nos comunicamos. La corrección política, el lenguaje inclusivo tan representativo de esta generación, y la carnicería en redes a quien salga del deber ser, que se ha convertido en un estándar imposible de cumplir. En la película *El Círculo*, el CEO de la empresa tecnológica que  transmite 24 horas, completamente en vivo todo lo que le sucede a la protagonista, le dice: “Cuando el mundo te observa, te obliga a comportarte como una mejor persona”. ¿Sí? ¿Convierte al observado en mejor persona o convierte a los observadores en miserables inquisidores? A pesar de que personalmente creo en la importancia del lenguaje inclusivo, me pregunto si todo el paquete que rodea la forma en la que nos estamos relacionando, entendiendo y mirando se convertirá en la cerca que nos termine devorando. 

Regreso a Ben y al Global Trends Survey 2024: “Mientras en México hay mucha cobertura sobre los temas relacionados con las drogas, la violencia o la violencia contra las mujeres, la información de lo que le preocupa a los mexicanos está relacionada con el crecimiento económico y la pobreza”. Pero hay una tendencia que se repite globalmente, una creciente preocupación por el cambio climático, un tema que a ninguno de los líderes que mencioné le importa.

Así que,  quizás, la preocupación por el planeta que tanto nos hemos empeñado en destruir sea el que logre salvarnos.

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@PamCerdeira

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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