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Por Pamela Cerdeira
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Han pasado setenta años desde que las mujeres mexicanas dejamos de ser consideradas ciudadanas a medias, no personas, menores de edad, y pudimos votar por primera vez. Cuando el voto femenino se discutía, había voces que decían que el voto de las mujeres representaba un riesgo para la fragilidad política del país, que víctimas de nuestro incontrolable e impredecible carácter, temperamento o creencias religiosas, éramos un peligro.

Durante los últimos veinte años, he escuchado lo que empezó siendo una sentencia, luego una pregunta y que desapareció en el último proceso electoral: "México no está listo para una mujer presidenta", "¿Está México listo para una mujer presidenta?" No importaba lo que se pensara; cuando iniciaron las campañas, sabíamos que México iba a tener por primera vez en su historia una mujer presidenta. Lo que quiera que “estar listo” significara, dejó de ser importante.

La paridad en las cámaras, 12 estados que serán gobernados por mujeres y una presidenta, son la muestra de que las cuotas de paridad como acciones afirmativas sí sirven. Claudia tiene más credenciales académicas que los últimos cuatro presidentes, ha ocupado más puestos de elección popular que ellos y llegó con más votos.

¿Es machista preguntar si hará las cosas distintas a López Obrador? ¿Se vale pensar que él pudiera seguir moviendo los hilos del poder? ¿Es la silla suficientemente chica para que solo quepa una persona? ¿Habrá mejores condiciones para las mujeres?

Claudia, al igual que su antecesor, comparte una práctica que es una ventaja tanto para simpatizantes como críticos: dice lo que va a hacer.

Para poder dibujar el próximo sexenio, hay que voltear a ver sus 100 pasos para la transformación. Después de limpiar la paja, como: "nunca más un avión presidencial" (punto 11), lo que es una obligación legal como garantizar la libertad de expresión y respetar los derechos humanos (punto 4), o las contradicciones: “Vamos a impulsar el Plan Río Balsas - Pacífico Sur, para las comunidades más pobres del país. Que ya han salido de la pobreza con Sembrando Vida, pero aún falta por desarrollar", encontramos una intención de una reforma electoral que elimine a los plurinominales, y una primera reforma a la administración pública que planea la eliminación de organismos descentralizados para, en algunos casos, fusionarlos con otras entidades. Por ejemplo, la desaparición de la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente y la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, volviéndolas parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y una segunda etapa que contempla la desaparición de todos los organismos autónomos que tanto se ha mencionado, como el INAI, la CRE y otros.

Claudia Sheinbaum, la que sí usó cubrebocas, la que hizo pruebas masivas para detectar COVID-19, también la que heredó el pleito con España. La del segundo piso, que cambió a Lord Molécula por una nueva generación de entusiastas propagandistas/analistas graduados de las mejores universidades. Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta en la historia de México.

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@PamCerdeira

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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