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Por Pamela Cerdeira

Tener una presidenta nos obliga a replantear qué y cómo cuestionamos. La estrategia de Chimamanda Ngozi Adichie es simple: si no le dirías o preguntarías eso a un hombre, entonces hay algo que revisar. 

Pero evitar la distracción del vestido va más allá, no está solo relacionado con un asunto de género, más bien con lo que dejamos de ver. Desde su discurso de toma de protesta, Claudia Sheinbaum nos dejó claro que seguirá la misma estrategia de comunicación que López Obrador, lo que incluye: comportarse como militante, mañaneras diarias (en las que se miente), una sección especial para atacar a periodistas porque la información que publican le incomoda (del “Quién es Quién en las Mentiras” al “Detector de Mentiras”), chistes y branding (“Es un golpe aguado, más que de estado”, refiriéndose a la SCJN admitiendo a revisión la Reforma al Poder Judicial—sí, tiene menos gracia que su antecesor), y todas las que nos recetaron estos últimos seis años.

Las consecuencias de las mañaneras fueron: un éxito para Morena y un desastre para el periodismo. En el Reporte de Noticias Digitales 2024 de Reuters, el periodismo perdió credibilidad. En promedio de todos los países encuestados solo el 40% confía en las noticias; en México  el 35%, la caída empezó en el 2019. 

 Fue el sexenio más sangriento para los periodistas, y el país se llenó de pequeños gobernadores que, envalentonados, replicaron sin pudor la estrategia. ¿Fue todo culpa de la estrategia de comunicación de AMLO? No lo creo; una respuesta seria debe incluir una sincera reflexión y su respectiva autocrítica, pero sin duda lo que se hizo desde el poder tuvo efectos terribles para el periodismo.

Si van a usar la misma estrategia (ya lo están haciendo), sería suicida repetir lo que hicimos estos últimos seis años.

Este sexenio requerirá del periodismo más rigor, creatividad y sobre todo, no caer en las trampas de sus mensajes. Porque el tiempo es un bien finito, y si nos distraemos hablando de su morning show, de la frase escandalosa o de su vestido, no tendremos tiempo para hablar de todo lo demás, lo que verdaderamente importa.

Pero me siento muy bien

Pensaba escribirles otra cosa, estaba siguiendo la historia de Irma, una mujer cuya vida no se le hubiera ocurrido al más desalmado novelista. En la última llamada que habíamos tenido, su mamá estaba casi secuestrada por la persona que la cuidaba, y habían solicitado una orden de restricción para que no se pudiera acercar. La llamé para preguntarle cómo iba, su mamá murió y ella no tiene claro cuándo, pues no le avisaron. Hoy le preocupan otras cosas, desde noviembre del 2023 iba a ser operada en el Seguro Social por un tumor en la vejiga. La cirugía tuvo tres ensayos antes de lograrse, la primera vez se detuvo, ya a nada de entrar al quirófano  porque llegó otro paciente de emergencia, la siguiente, el médico tuvo un accidente y la tercera (que no fue la vencida) no había anestesia. Finalmente el 25 de junio de este año fue operada. Los resultados de patología aún no los tiene porque “está cerrado”, le dicen. Tampoco tiene claro si pronto podrá tener la cita con el urólogo pues en la clínica 58 “había 4, ahora ya nada más quedan dos por falta de presupuesto”. 

“Pero me siento muy bien”, me dijo antes de terminar la llamada. Otro día en el sistema de salud de Dina-narca. 

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@PamCerdeira

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