Por Pamela Cerdeira
No, no soy ni de cerca experta en cine, pero creo que las artes son como el vino: te gustan o no, y ya. A mí, Emilia Pérez sí me gustó. Había leído la columna de Yuriria Sierra, pero puse la película sin mucha expectativa. La idea de un musical seguía sin caber en mi imaginación, especialmente uno que cuenta la historia de un líder del narcotráfico que se identifica como mujer y decide hacer la transición para convertirse en una mujer trans.
Voy a empezar por los “don’ts”: no es México, no se parece a México, nadie en esa película habla como mexicano y eso genera un poco de corto circuito mientras la ves. Pero me gusta porque cuenta una historia que sucede dentro del contexto mexicano, y no recuerdo ningún precedente de un musical que haga algo similar. La película es arriesgada en todo: se arriesga con el tema, se arriesga con actores que no hablan como mexicanos, se arriesga al no filmar en México, se arriesga poniendo a los personajes a cantar a la menor provocación, en ocasiones sin que la canción tenga mucho sentido. Incluso se arriesga con el género de esas canciones.
He leído a quienes saben (no se pierdan la columna de Susana Moscatel, también aquí en Opinión 51), y escuché con atención a mi hija, quien ha dedicado su vida al teatro musical y tiene fuertes opiniones sobre la música. Pero yo la disfruté.
Sí, es inverosímil que un narcotraficante que se convierte en una mujer trans decida no solo abandonar su vida criminal, sino también transformarse en “buena persona”. Pero es un musical. No tiene que ser verosímil, ¿o sí? Creo que solo tiene que contar una historia, de preferencia entrañable.
Y sí, voy a hablar de Karla Gascón y su transición, porque esa es quizá la parte que más me emociona. Conocí a Karla poco después de que Peter Pintado se convirtiera en un personaje memorable. Luego leí su libro, del que me atrevo a adivinar que tiene un enorme peso autobiográfico, y seguí su proceso de transición. Si de por sí las mujeres trans tienen que atravesar todos los días un pantano de odio, no quiero imaginar lo que fue para ella, dado que su transición ocurrió en el terreno de lo público.
Mientras veía Emilia Pérez, pensaba en ella, y para mí la historia de una mujer trans que lucha por recuperar lo que le importa no era la de Emilia Pérez, era la de Karla Gascón. Y la estaba viendo al mismo tiempo.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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