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Por Pamela Cerdeira

Creo que la línea de la historia es como una pelota en movimiento, si te alejas te das cuenta de que va avanzando, pero si la ves de cerca, podrás apreciar que también gira. Los tiempos que tenemos de frente son oscuros y nuestra pelota (llamada humanidad) está por quedar de cabeza, eso no es nuevo,  ya ha estado antes ahí. Son esos giros los que nos permiten entender que la historia es cíclica, por lo tanto, se repite.

¿Qué es un tiempo oscuro? Depende. Para mí, la destrucción del INAI, la recomposición del Poder Judicial en una elección que es una farsa y la concentración de poder en un solo partido es un tiempo oscuro, pero para quienes se apellidan López o Batres, las mismas acciones seguramente significan todo lo contrario.

Ahora, si nos vamos a una descripción más global de la oscuridad, sin duda, la pérdida de libertad y el debilitamiento de los derechos humanos se acomodan perfectamente ahí. La posibilidad de que una persona, por su color de piel, orientación sexual o identidad de género, sea considerada “menos persona” es una mala señal, un retroceso. Sí, la pelota avanza, hoy nadie justificaría la esclavitud o le negaría el derecho a votar a alguien por su color de piel, pero el giro nos sitúa en un retroseso de algo que ya creíamos haber superado. Aquí algunas de las señales:

Donald Trump y Musk - Para Elon Musk la identidad de género es un virus woke, el mismo que le inocularon a su hija trans, a la que nunca ha aceptado. No solo se trata de un asunto personal no resuelto, es una embestida legal en la que las personas que no caben en su cortísima definición de hombre o mujer (porque hay variaciones biológicas que no están siendo consideradas) no existen. Simplemente son “no personas”. Tan son “no personas” que los documentos de investigaciones científicas sobre su salud están siendo retirados porque no caben en la definición de lo que estos dos señores entienden por humanos. Por lo tanto, si las “no personas” son una mentira, ¿por qué habríamos de hablar de ellas, investigar, invertir y cuidarlas? Las mujeres entendemos muy bien lo que es ser una “no persona”. Basta con leer a Caroline Criado en Invisible Women para darse cuenta de que investigaciones clínicas, medidas de seguridad de los vehículos, tamaño de teléfonos móviles y hasta las teclas del piano han estado históricamente diseñadas bajo la premisa de que “el ser humano es un hombre”, y por lo tanto, la “mujer” es una “no persona”. Las cosas han ido avanzando lentamente, pero avanzando. Hay más mujeres en posiciones de liderazgo; se puede hablar sin pena en los medios de comunicación sobre menstruación o menopausia sin recibir quejas porque “qué asco”; y los actos de violencia ya se nombran como tal. Para mi generación, o al menos para mí, los tendederos, la generación Z que reconoce el machismo a un kilómetro de distancia, que tiene palabras para nombrar cosas que yo aprendí después de los 30, representaba una esperanza. “A ellas ya no les va a tocar tan difícil”, me dije. Me equivoqué, era la vista desde el punto alto de la pelota. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.