Document
Por Pamela Cerdeira

Leía esta semana una columna del NyTimes en la que se cuenta de esa relativa paz que han tenido los estadounidenses desde que Joe Biden llegó al poder, no se trata del estado macroeconómico, decisiones de política pública, nuevas reglas fiscales; simplemente de la posibilidad de sentarte a platicar con un familiar sin que la política te lleve pelear y eventualmente a dejar de verlo. La escena no nos es tan ajena, narraba una conversación de unas primas que prometían no discutir sobre política en su próximo encuentro, familias que dejaron de verse, amigos que no volvieron a hablar. Esa relativa paz que volvió a unir a los estadounidenses, o al menos los alejó de las discusiones, se ve otra vez amenazada ante la posibilidad de que Trump vuelva a ser el candidato republicano y que pudiera regresar a la Casa Blanca. Y nosotrxs ¿cómo estamos?

En los últimos años he escuchado conversaciones de distintas personas que se quejan de compañerxs de trabajo o familiares que aún no se desencantan de este gobierno o el propio Andrés Manuel. Lo dicen sorprendidos, sin lograr entender por qué. Algunos dejan de verse, o advierten antes de cualquier encuentro: “es super chairo, ni hablen del tema”. He podido observar que algo que interrumpe siempre las conversaciones es que tarde o temprano todas llevan a López Obrador, lo que imposibilita ver, entender o tratar cualquier logro.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.