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Por Pamela Cerdeira

Tendría que ser distinto, quienes nos dedicamos a informar y comunicar la temporada electoral es como una feria hipersensorial cargada de tanto contenido que es imposible de abarcar en su totalidad. Es todo, menos aburrido. Tenemos spots chafas, spots buenos, políticos jugando a ser cantantes, cantantes queriendo ser políticos, influencers recibiendo lana para hablar de personajes cuyos nombres no saben pronunciar, partidos levantando quejas ante el INE por cualquier estupidez, las autoridades electorales perdiendo su tiempo respondiendo esas estupideces con una seriedad que da risa, personas que en privado se dan la mano agarrándose a sombrerazos en las redes sociales, todo, absolutamente todo es un espectáculo colorido. No tengo problemas con el espectáculo, lo que me molesta es financiarlo. Cuando leemos una revista de “chismes” sabemos que los protagonistas tienen un objetivo, y no nos están quitando nada, salvo el tiempo, pero cuando los protagonistas son los que tendrán la decisión sobre el uso de nuestros recursos, la cosa cambia.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.