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Por Pamela Cerdeira

“Acompáñame a un grupito muy lindo que tengo, una amiguita trabaja en una estación de radio y tú quieres ser locutora”, así empezó la noche que me hizo enfurecer, y que también me abrió por primera vez las puertas a uno de mis grandes amores, la radio.

Ella tenía amistades variadas y una más curiosa que la otra. Manejé lo que me parecieron horas a una colonia que no conocía. Era de noche cuando entramos en un misterioso edificio de departamentos y el elevador se abrió en un piso que podría haber sido un hogar cualquiera, pero la decoración cargada de rojos, alfombras y muebles viejos le daba un aire de misterio. La sala había sido reacomodada para recibir a todos los invitados, y sillas plegables se habían acomodado en forma de círculo. El comedor desplazado contra la pared e inutilizable; no había arriba de la mesa nada que pudiera decirme que ahí se llevaría a cabo una reunión, al menos no a las que yo estaba acostumbrada, no había platos con papas, galletas, refrescos, nada.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.