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Por Pamela Cerdeira

Esta historia ha sido posible gracias a una cadena de favores, pequeños y grandes actos que se suman para lograr lo que en un inicio, para Karina, una mujer indígena de la sierra de Oaxaca parecía imposible: operar a su hija de un tumor maligno en el cerebro. Si quieren recobrar su fe en la humanidad, quédense leyendo esto.

Era miércoles por la noche, recibí la llamada del Dr. R. quien como muchos médicos, hace más de lo que le toca. Acababa de operar a la pequeña Alexa de un tumor, sin embargo, los resultados indicaban que necesitaría otra operación, pero el Hospital de la Niñez Oaxaqueña no contaba con el equipo necesario. El protocolo indica que la madre debe ahora buscar atención en un hospital de tercer nivel de la CDMX. El médico temía lo que esta joven madre enfrentaría al llegar a una ciudad que si bien es hermosa, se traga a las personas en la inmensidad de su tráfico, su gente y sus prisas. Llegar a esta ciudad sin un solo conocido o pariente, acompañada de su delicada hija en un trayecto que en camión habría durado horas, para encontrarse con un hospital que seguramente le daría cita para los próximos dos meses. Eso, si tenía suerte. El doctor me buscó porque quería que se conociera la historia de Alexa.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.