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Por Pamela Cerdeira

Siempre me ha molestado la expresión “carro completo”, odio esa forma en la que la clase política se refiere a “ganar”, en mi cabeza la imagen del “carro completo” es una carretilla llena de monedas de oro robadas que ahora se van a “chingar”. Mi imaginario no es fortuito, está construído de historias reales de corrupción y familias que se enriquecen al amparo del poder, lo mismo da si ese poder es una alcaldía o la presidencia. Pero mi imaginación también se ha construido de las frases de los personajes de la política, sobre todo las que usan en campaña, la forma en la que se refieren “al otro” y cómo le piensan ganar me llena a veces de coraje y otras de ganas de llorar.

Yo sé que algunos pensarán que la estridencia es síntoma de una democracia sana, que congresistas agarrándose a sombrerazos es el escenario controlado que evita que esto suceda en la calle, que una pequeña dosis de gritos es la evita la súbita explosión de la olla express. Pero yo no puedo verlo así.

Por cada político celebrando una victoria en términos de “ya nos los chingamos” yo veo de fondo a Socorro buscando a su hijo, a los más de 110 mil  desaparecidos, a los feminicidios en el Estado de México, a las personas que saben tendrán que perderle el cariño al celular, o la quincena al llamado del “ya se la saben”, quienes conocen que las cámaras en el transporte público solo sirven para hacer buenos videos de youtube, donde no varía ni el color de la capucha del asaltante. Pienso en la gente a quien le sorprendía el escándalo mediático de la sequía en Nuevo León cuando sus municipios llevan años sin agua, y seguirán igual. Pienso que cualquiera que se tomara en serio la responsabilidad  del poder pensaría: “qué chinga”, una vez que haya ganado, y no “nos los chingamos”, a menos claro, que estén pensando “nos los chingamos”, y no solo esté hablando de sus rivales.

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@PamCerdeira

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