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Por Pamela Sandoval
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El pasado martes, tras una pausa de seis años, volvió a celebrarse el famoso desfile de moda de Victoria’s Secret, transmitido esta vez por Amazon Prime. El evento, que alguna vez fue considerado un ícono del glamour y el sex appeal, ahora se enfrenta a una serie de críticas por sus intentos de reconfigurarse como una plataforma de “empoderamiento femenino”. Sin embargo, en lugar de un avance genuino hacia la igualdad, el desfile parece estar aprovechando este discurso como una mera estrategia de marketing.

Desde el inicio, Tyra Banks, una de las presentadoras del evento, trató de enfatizar que el show era “todo sobre las mujeres”, una afirmación que suena vacía frente a la evidente intención comercial del desfile: vender la mayor cantidad de ropa interior posible antes de la temporada de compras navideñas. Es imposible pasar por alto que, aunque se habla de empoderamiento, la mayor parte de lo que vimos en pantalla fueron mujeres delgadas caminando por una pasarela con lencería de poliéster.

A lo largo de la historia, las marcas han intentado adaptarse a las corrientes sociales para mantenerse relevantes. Victoria’s Secret no es la excepción. Tras años de críticas por sus estándares de belleza inalcanzables y por la falta de diversidad en sus modelos, la empresa ha intentado cambiar su narrativa. Sin embargo, ¿hasta qué punto estos esfuerzos son auténticos? ¿Realmente estamos ante un cambio en la forma en que la marca percibe y representa a las mujeres o simplemente estamos siendo testigos de un lavado de cara para vender más productos?

El desfile de 2024 dejó en claro que el empoderamiento femenino es, en gran medida, una excusa para promover la marca. El espectáculo presentó a modelos como Gigi Hadid y la veterana Adriana Lima, pero la diversidad real y la inclusión, que muchos esperaban ver, fue mínima. Aunque vimos a modelos como Ashley Graham y Paloma Elsesser, conocidas por su activismo en la inclusión de cuerpos más diversos, su presencia parece más una táctica para apaciguar las críticas que un cambio auténtico en la cultura de la marca.

El feminismo, una corriente que busca la equidad de género en todos los ámbitos, ha sido convertido en una herramienta de marketing por muchas marcas, incluidas aquellas que históricamente han perpetuado estereotipos dañinos sobre las mujeres. Victoria’s Secret, cuya imagen tradicional se basa en la cosificación de las modelos, ahora busca una redención mediática. Este fenómeno, conocido como "feminismo corporativo" o "feminismo de mercado", convierte las luchas feministas en meros eslóganes vacíos para atraer a consumidoras, sin cambiar las estructuras patriarcales que subyacen en la industria.

Las marcas, en lugar de realmente empoderar a las mujeres, utilizan este discurso para crear momentos virales en las redes sociales. El desfile de este año de Victoria’s Secret fue un claro ejemplo de esto, ya que invadió las redes sociales con imágenes de modelos delgadas y perfectamente arregladas, pero sin un mensaje real de inclusión o diversidad.

Otro aspecto a destacar es la presentación de modelos “nuevas” y “veteranas”. Si bien el casting fue diverso en términos de edad y trayectoria, no podemos hablar de una verdadera representación. A pesar de la insistencia de la marca en que están “comprometidos con la confianza de las mujeres”, parece que lo que realmente buscan es capitalizar este discurso sin implementar cambios significativos en su estructura de poder.

Es preocupante que, en una era donde la conversación sobre la igualdad de género y el feminismo está más viva que nunca, marcas como Victoria’s Secret todavía utilicen estos temas para fines comerciales. Aunque el desfile intentó presentarse como algo más que un evento para vender ropa interior, el resultado fue decepcionante. Lejos de ser una plataforma para promover la diversidad y la inclusión, el desfile sigue basándose en los mismos estereotipos que han caracterizado a la marca durante décadas.

Victoria’s Secret ha tratado de reinventarse en los últimos años, después de perder relevancia frente a marcas que promueven una visión más inclusiva de la moda. Sin embargo, como destaca Chantal Fernandez en su artículo para *The Cut*, este intento de comeback parece superficial. Aunque el desfile contó con actuaciones musicales de artistas como Cher y Lisa, el mensaje subyacente del show sigue siendo el mismo: mujeres hermosas, delgadas y jóvenes vendiendo productos que perpetúan un ideal de belleza muy limitado.

El regreso del desfile de Victoria’s Secret, bajo una nueva apariencia de empoderamiento femenino, plantea importantes interrogantes sobre la relación entre el feminismo y el capitalismo. Mientras las marcas sigan utilizando el discurso feminista únicamente como una herramienta de marketing, las mujeres seguirán siendo vistas como objetos de consumo y no como sujetos plenos de derechos y posibilidades. En lugar de empoderar a las mujeres, lo que vimos fue una estrategia más para aumentar las ventas durante la temporada navideña, sin un compromiso real con la igualdad de género.

Este desfile es un recordatorio de que el feminismo no es un eslogan ni una moda, sino una lucha constante por la equidad, y que debemos ser críticos frente a las empresas que intentan apropiarse de este discurso para sus propios fines comerciales.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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