Document
Por Pía Taracena Goût

Hace tres semanas llegó a la presidencia de Estados Unidos, Dondald J Trump.

Llegó con un ímpetu de destructor global, su retórica ofensiva lo demuestra. La firma, en letras grandes y negras de diferentes decretos presidenciales, han definido las acciones frente a los aliados, que han sido más provocadoras, que con sus propios enemigos.

Quizá el peor caso de todos sea el de México, sin más, de un plumazo nos cambió de socios, aliados y amigos a socios sospechosos y enemigos número 1. Para él, el problema más grave de seguridad nacional de Estados Unidos es México, ya que las principales amenazas a la seguridad son la migración, los carteles mexicanos y el fentanilo. Lejos quedaron aquellos tiempos en los que, para el gobierno de Estados Unidos, los enemigos eran los rusos o los fundamentalistas islámicos, por mencionar solo algunos. Lo que no quiere decir que, sobre todo en el caso del último, las tensiones no sigan allí, seguramente a lo largo de los 4 años de su administración veremos acciones en ese sentido. La agenda de seguridad internacional de Estados Unidos pasa por el momento, vía México.

Un aspecto interesante, de la estrategia de Trump en política exterior, (aunque no sea nueva), ha sido la combinación de la retórica de presión, el uso de la fuerza que puede ir desde la amenaza de los aranceles hasta la intervención, si recuerda la vieja idea de la zanahoria y el garrote. La diferencia es que, en el siglo XX, los mandatarios de ambos partidos lo hacían con los países que consideraban enemigos, sobre todo, por cuestiones ideológicas. Lo “novedoso” es que Trump se lo aplica a un socio comercial, vecino y amigo como Canadá.

A diferencia de México, Estados Unidos y Canadá han compartido por mucho tiempo, visiones comunes en los asuntos globales. La propuesta de Trump para Canadá es que se convierta en el estado 51 de la unión americana, ¿hay que tomarlo en serio? Por supuesto que sí. Al menos eso es lo que piensa y ha dicho el premier Justin Trudeau, quién ve la amenaza de agresión como una forma en la que  Donald Trump se quiere apropiar de los minerales raros, lo cual se suma a la idea de comprar Groenlandia por la misma razón. Ambas situaciones generan tensiones con Europa, por el lado de Canadá como aliado en la OTAN y por el lado de Groenlandia, tensiones con Dinamarca. Y ni que decir con la Unión Europea, siguiente en la lista de los aranceles, ya que considera que han abusado de Estados Unidos considerando dos temas: por un lado, un déficit de 300 mil millones de

dólares y por el otro, el rechazo de la Unión para comprar autos y productos agrícolas estadounidenses. 

Faltaba Japón, un aliado importante para Estados Unidos en la región, todos se preguntaban cuándo le tocaría al país del sol naciente. En la reciente visita del premier japonés Shigeru Ishiba, el pasado 7 de febrero y a pesar de los deseos del premier de iniciar “una nueva edad oro en las relaciones entre ambos países”, los deseos de Trump fueron los mismos, equilibrar el déficit de 72 mil millones de dólares con Japón, bajo amenaza de aranceles y encima lo “obligó” a comprar gas natural. En el tema más delicado con Japón, el del acero, Trump logró que Japón invirtiera en la empresa de acero de Pittsburgh en lugar de la compra de esta. Pero al mismo tiempo y con el premier a su lado, Trump habló de buscar relaciones diplomáticas con Corea del Norte, siendo que es un tema muy sensible para Japón y Corea del Sur, por la amenaza nuclear.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.