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Por Pía Taracena Gout.

Ayer 20 de febrero se cumplió el primer mes de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos y vaya que ha movido la agenda internacional. Desde sus amenazas en formato expansionismo territorial, al buscar la compra de Groenlandia, el cambio de nombre del golfo de México y las tensiones por el canal de Panamá, hasta presiones más serias como las impuestas a México o a Ucrania.

Para México las amenazas son reales, vuelos de aviones espía, nombramiento de los carteles de la droga mexicanos como terroristas,  más la  imposición de  aranceles, ha puesto al gobierno mexicano a trabajar para encontrar la mejor estrategia que agrade al presidente americano y poder abrir una brecha para encaminar de la mejor manera la relación bilateral.

 Si bien en los primeros días de la administración Trump,  México era el más amenazado, a la cuarta semana Ucrania se volvió el centro de su atención. Provocando con una narrativa que deja ver claramente que al presidente Zelensky le queda poco tiempo en el poder. Es obvio que Putin no lo quiere, siempre lo ha considerado espurio y ha logrado convencer a Trump que su tiempo ha llegado y que debería de haber un cambio de poder en Ucrania. Por increíble que parezca el presidente  Trump mordió el anzuelo y sin más lo llamó  dictador, impopular,  e incluso se atrevió a acusarlo  de haber iniciado la guerra con Rusia. 

Pero, ¿cuál es la realidad de Ucrania?. Una guerra que se prolongó más de lo pensado, sobre todo por parte de Rusia, que no midió la fuerza del pequeño país. Putin no ha logrado llegar  a la capital a pesar de que  ganó algo de territorio, pero sí ha tenido un desgaste militar y pérdidas humanas de consideración. Es lógico pensar que a ambos países  les conviene un cese al fuego. Pero la brecha de lo que cada país quiere como resultado final, no permite acordar el final de la guerra, solo, claro, si Trump logra avanzar. Su estrategia ha sido clara, una reunión en Riad, entre los secretarios de Estado, sin los europeos y sin los ucranianos.

Es interesante ver que entre la llamada almibarada entre Putin y Trump y los acuerdos dulces entre Lavrov y Rubio, el sacrificado es Ucrania. El posible cese al fuego implicaría la derrota amarga de Ucrania por ser más favorable a los intereses rusos.  Además de la desazón existencial para los ucranianos, el tener que  manejar una ¨nueva¨ frontera de cerca de 2000 km con la pérdida de  Lugansk, Donetsk, Zaporiyia, Jersón y ni hablar de Crimea y en territorio ruso, devolver Kursk, que desde agosto de 2024,  las fuerzas ucranianas abrieron brecha y que Rusia no está dispuesto a ceder. 

 En cuanto a la popularidad del presidente Zelensky y el asunto que es dictador,  las encuestas no están tan desfavorables al presidente ucraniano,  según el diario Kiev Independent, una encuesta del 19 de febrero favoreció a Zelensky en popularidad con un 57%. Lo  que sí se puede discutir es el desgaste del pueblo ucraniano que sí quiere una negociación que termine con el conflicto.  En el tema que es un dictador, Ucrania está bajo la ley marcial y según su Constitución no pueden llevar a cabo elecciones en esa situación. A Zelensky le queda reforzar su relación con Europa y voltear a Turquía para tener apoyo con países que tienen intereses en la zona. Si se da un cese al fuego se tendrá que empezar el largo camino hacia un tratado de paz y en ese sentido, Europa y Turquía tendrán algo que decir.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.