Testimonio anónimo por seguridad, verificado por Opinión 51.
Por Raquel
Acababa de llegar a la Ciudad de México hacía apenas un mes, con ilusiones y una maleta llena de sueños, llegué a vivir con uno de mis mejores amigos que llevaba algo menos de un año en el país, él también era actor y me dijo que había que ir a reportarse a las distintas oficinas de producción: a Televisa, a Azteca, a Videocine…
Ese día llegamos a Videocine y pedimos hablar con el señor Coco Levi, por aquel entonces me ponía muy nerviosa con este tipo de entrevistas y obviamente me había puesto lo suficientemente arreglada como para verme bonita y profesional al mismo tiempo.
Recuerdo perfectamente que cuando pasé a su despacho, él detrás de mí cerró la puerta y cerró la llave por dentro… Soy bastante observadora por lo que eso fue algo que me llamó la atención, pero bueno en ese momento no vi ninguna bandera roja, tomé asiento, le di mis fotos, le di mi curriculum, y comencé a hablar de mis trabajos y mis estudios.
Él todo el tiempo me miraba fijamente, luego hojeaba el currículum, ojeaba la foto… Cuando él comenzó a llevar la conversación rápidamente esta dió un giro. Empezó a comentarme que era muy guapa, que era una chica nueva en la ciudad y en el país y que eso a veces funciona, pero que yo tenía que entender que él diariamente veía a muchísimas actrices, y me repitió en al menos unas ocho ocasiones: “¿Qué estás dispuesta a hacer tú para que cuando me llegue un casting yo piense en Raquel?“.
Las primeras veces no quise entender la indirecta, luego me fijé que cada vez que lo repetía se recostaba un poco más en la silla y abría las piernas… Ahí fue cuando empecé a ponerme bastante nerviosa y a sentirme muy violentada, no sabía cómo actuar, cómo responder… La puerta estaba cerrada por dentro, yo llevaba muy poco tiempo en el país, otra chica en mi situación habría pensado que esto funciona así y se habría retirado de la profesión seguramente. Entonces actué, actué como a veces a las mujeres nos obligan a actuar, hice el papel de la chica que no está entendiendo nada, que es un poco tonta y que no entiende lo que muy claramente le están insinuando, hasta que este ser se aburrió –viendo que yo no hacía nada, que no daba ningún paso– y prefirió dar por terminada la entrevista.
Nunca más regresé a Videocine, obviamente jamás recibí una llamada para un casting en dicha empresa, por suerte nunca me rendí y seguí luchando y trabajando para lograr mis metas laborales.
Tristemente no ha sido el único tipo abusivo que me he encontrado en esta industria, pero sin duda fue el más agresivo y el que más me impactó.
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