Hablar de Elena Poniatowska es hablar de la historia del periodismo mexicano. A sus 90 años, sigue publicando y aunque afirma que ya no está para muchos trotes propios del ejercicio periodístico, sigue trabajando sus textos con la misma pasión que en un principio.
Elena, Elenita… siempre con una sonrisa en su rostro, ha sabido aprovechar su carácter afable y la pequeña estatura que heredó de una de sus abuelas, de origen ruso, para adentrarse en el corazón de las historias humanas que ha escrito.
“Soy como un ratón y la gente no me tiene miedo, así que todo lo que les pregunto me responden, y eso que al principio de mi juventud sufría porque yo soy la única chaparra de mi casa”, me explicó hace muchos años en el salón de su casa. Ese día también me contó que una vez entrevistó al premio nobel François Mauriac y durante la entrevista él se dio cuenta de que no había leído su libro, así que la regañó y le dijo que regresara cuando hubiera leído su obra. “Fue un completo fracaso de entrevista, pero cuando la publiqué se la mostré y le gustó muchísimo. Ahí aprendí a resolver una nota sacada de una entrevista mala, por lo que finalmente no me fue tan mal”, me dijo, y yo me emocioné porque, normalmente, esta profesión está llena de todo menos modestia.
Gran parte de la obra de Poniatowska está dedicada a las mujeres. Títulos como Querido Diego, te abraza Quiela, Tinísima, Leonora o Dos veces única tienen como personaje principal a una mujer. Porque desde que inició a escribir siempre tuvo como bandera contar las historias que nadie cuenta y, aunque nos duela, la visibilidad real de las mujeres es algo de nuestros días.
El 23 de abril del 2014, la afamada escritora y periodista recibió el Premio Cervantes de la mano de los otrora reyes de España Juan Carlos I de España y Sofía de Grecia. A pesar de que ningún representante del gobierno mexicano quiso acompañar a Poniatowska, estuvo flanqueada por sus 10 nietos y por todas y todos los mexicanos que nos consideramos de izquierdas.
Años después, en la marcha del 8 de marzo de 2020, tuve la suerte de salir a marchar con muchas de las mujeres que hoy forman parte de Opinión 51 mientras mi marido se quedaba con mi hijo. Cuando regresé me tenían una sorpresa: El amante polaco, una de sus últimas obras publicadas con una bellísima dedicatoria: “Con mucho amor para nuestra chica. Esa que nos encanta cuando lucha por sus derechos”.
Feliz cumpleaños, maestra Elena. Gracias por contar con tu maravillosa pluma la historia de México, pero, sobre todo, gracias por contar la historia de todas nosotras.
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