Por Regina Reyes-Heroles
“Un buen padre vale por cien maestros”, Jean Jacques Rousseau.
El mío falleció el 21 de enero.
Desde entonces, cada 21 siento su ausencia y lo extraño más que otro día.
Sigo sin entender por qué el mundo no se detuvo si él se había ido y yo necesitaba que todo se pausara. Pero el mundo no se detiene por el dolor de nadie, solo sigue y nos empuja a ajustarnos.
Lo que se necesita tras la pérdida es tiempo para asumir cómo seguir adelante sin esa presencia física. Es ese tiempo el más difícil de obtener.
Ya tuvimos festejos o celebraciones familiares sin él; ninguna se hace más fácil que la anterior.