Por Regina Reyes-Heroles
Cuidamos con amor, con dolor y con paciencia. Esta última es la virtud más difícil de tener y mantener.
No importa quién cuidamos -un hijo, un padre, un hermano o una pareja- cuidamos porque amamos. Pero, no es sencillo y no hablamos de eso.
Cuidar drena energía, cansa, desilusiona.
Cuidar preocupa y ocupa porque aunque no sabemos lo que estamos haciendo, intuímos, seguimos instrucciones, leemos un manual, observamos cómo lo hace alguien más y tratamos de repetir.