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Siempre había pensado que todo en nuestra vida es una negociación de una u otra forma. Cuando he impartido talleres en empresas para hablar del tema, lo decía como una de las máximas y era uno de los puntos centrales de mi sesión: aprende a negociar porque siempre lo haces. Explorar la importancia para que no sólo te hiciera un mejor profesional, sino una mejor persona.

La premisa que siempre anteponía es que negociar es crear el máximo valor para el máximo de las partes basado en la inversión que se ha hecho. Si de una conversación con ese fin, no se puede crear valor para todos, entonces no es una negociación, pueden ser solo acuerdos injustos, en algunas ocasiones, para cumplir en muchos casos solo deseos unilaterales y caprichosos.

Pero últimamente las “negociaciones” en pareja me han venido a cuestionar este concepto con más énfasis. Lo veo en muchas relaciones en las que se tiene que ceder para luego ganar: pasamos semana santa con tu familia para irnos el verano con la mía. Vamos a esta cena con mis amigos, pero te debo una comida con los tuyos. Pienso que más bien se ha instalado un sistema de puntaje en dónde solo vas viendo si te deben o debes y cómo lo vas a usar para tu próximo movimiento, qué tanto “vas a dar” para poder “ganarte” el viaje con tus amigas, ¿en verdad es negociar? Creo que Maquiavelo lo llamaría de otra forma.

Yo me he dado cuenta que cuando he actuado desde ese lugar, en vez de poner atención en lo que queremos lograr, me enfrasco en conversaciones victimizantes, donde por supuesto la que puso más y a la que le deben es a mí, aunque ni siquiera sea cierto. No sólo afecta mi relación en el día a día, sino que me vuelve una tirana que muchas veces he criticado al verlas en las telenovelas o series, porque la arman de tos por cualquier tontería. ¡Claro, me debes y como yo sufro por eso, también quiero que tú lo hagas! Obvio se oye más cruel de lo que es, pero seamos honestos, ¿no te ha pasado que has hecho algo pensando en que le puede molestar a la otra persona? Yo lo llegué a hacer en un par de ocasiones, y te confieso, me sentí después peor yo por haberlo hecho. He entendido que a mí el sistema de “negociación” que me ha vendido de pareja, solo me deja vacía y llena de mucha frustración.

En pareja, no sé si en realidad la palabra correcta a usar sea negociar, porque existen ocasiones donde alguna de las partes no está en posibilidades de aportar tanto. Pienso en las veces, que por mi contexto, no he podido sumar mucho, pero justo en esos momentos es cuándo más me ha dado mi esposo. Si pensáramos en un sistema de puntaje, probablemente no se comportaría así. Por ello, a pesar de siempre creer que todo es una negociación, hoy quiero pensar que en una relación de pareja en la que sí quiero que haya un nosotros a largo plazo, prefiero verlo como un acto genuino de amor. Donde al escuchar tus necesidades y yo poder aportar algo, lo hago sin sumar o restar puntos. Lo hago porque te amo y quiero lo mejor para nosotros. Lo hago escuchándote, escuchándome, expresando mis emociones reales y ver cómo podemos crear un buen acuerdo para todos. Lo hago porque sé que si vamos con tus amigos mi mayor ganancia es que seas feliz. Lo hago porque hacerte de cenar, te saca sonrisas y nos permite conectar. Si te amo, quiero lo mejor para ti y para mí. No para que me debas.

@Renata_Roa

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