Por Rita Alicia Rodríguez
En el ámbito publicitario, el storytelling es la técnica cuyo propósito consiste en desarrollar y contar historias transmitiendo un mensaje o concepto por medio de la narración atractiva de sucesos, permitiendo provocar todo tipo de reacciones; lo que en marketing llamamos de forma rimbombante: conectar emocionalmente con distintas audiencias.
Durante las últimas décadas, se ha especulado constantemente sobre la relevancia y permanencia de la televisión. De acuerdo a Statista, son más de 5.500 millones de usuarios en el mundo y el rol de las distintas plataformas digitales afianzó la proyección de este alcance. En México, la TV continúa posicionándose como uno de los medios más consumidos, al ser el país con el mayor universo de televidentes en todo el mundo hispanohablante.
Con estos datos, queda claro el por qué las historias que se cuentan en la TV siguen teniendo tanto impacto y también por qué la inversión en televisión aún es un pilar sólido en la base de estrategias de proyección masiva. En pocas palabras, todavía es un muy buen negocio. Aquí también cabe aclarar que transitan los contenidos que migran entre la tv abierta, la tv de paga y las plataformas digitales.
Respecto a la comunicación, recordemos que definitivamente este medio ha recibido directamente el impacto de los cambios en la conversación del nuevo "deber ser": lo que ya no es permitido ni bien visto; cómo se debe comunicar desde el lenguaje inclusivo; los contenidos que autoproclaman historias orgánicas; la nueva lírica en el entorno musical. Y es así como la historia de la televisión se reescribe, como dijera Raúl Velasco, el productor y presentador de “Siempre en Domingo” con su icónica frase:"aún hay más"...
Entonces, si el mundo se está deconstruyendo (o al menos es la historia que nos contamos todos los días), ¿por qué normalizamos las narrativas de personajes que se han convertido en celebrities promoviendo conductas que son opuestas a lo que tanto se cuestionó en el pasado?
Como ejemplos tendría una larga lista, decido enfocarme en los que considero los casos más contradictorios en cuanto a la agenda de roles atribuibles a las mujeres y que ya no tienen sentido para ser un ancla de “entretenimiento”:
• El caso de los realities en donde particularmente grupos de mujeres de distintas profesiones (celebridades, agentes de bienes raíces, etc.) se exponen en discusiones ofensivas, dinámicas de egos adolescentes y promoviendo un comportamiento que dista completamente de la sororidad.
• También en el vasto universo de los realities, tenemos los grupos de jóvenes en donde a las mujeres se les visibiliza como un objeto sexual y donde ellas promueven: la dependencia económica (el fenómeno del Suggar Daddy) como estilo de vida; dejar de lado la educación; la no aceptación al tener que recurrir de manera obsesiva a procedimientos quirúrgicos y “lo que ocupen en el camino”.
• Aunque he de reconocer que ha ido en decremento, aún persisten formatos televisivos en los cuales, en ciertas secciones, a las mujeres se les sexualiza en su vestimenta y en las situaciones en las que son expuestas.
• El modelo de la falsa “Mujer Empoderada”: personaje irreal con dones divinos, a nada de lo omnipresente y omnipotente. Paren con esto, en cada rol de nuestras vidas existen áreas de oportunidad y etapas de aciertos y aprendizajes; lo cual está bien, es insostenible aspirar a la perfección.
• Formatos que se resisten a evolucionar, no cambian la base de sus contenidos y tampoco detonan una forma profesionalizada de abordar temas delicados con la seriedad, profundidad y las credenciales oportunas. Los temas en el contexto de mujeres que han sido vulneradas, por ejemplo, se han tratado más de una vez sin el cuidado que amerita.
En contraste a estos peculiares casos, también es importante destacar la favorable competencia entre televisoras y plataformas de streaming de todo el mundo que continúan impulsando contenidos nuevos que persistan y que trasciendan alineados a las necesidades de la narrativa actual (de menos, con éxito momentáneo, en el volátil entretenimiento de hoy).
Si el medio sigue siendo un negocio rentable, ¿por qué no tomar el control? Apostar por historias y personalidades dignos de tener exposición mediática. Se ha comprobado que el resurgimiento del concepto televisivo está en la fusión de contenidos y plataformas, pero también nosotros como usuarios no permitamos que lo construido pase inadvertido.
Mujeres… atentas a lo que permitimos (y asumimos) se siga contando sobre nosotras.
*Licenciada en Administración con Especialidad en Mercadotecnia UNAM; Maestría en Mercadotecnia y Medios Digitales por la UNID.
Marketing manager con más de 15 años de experiencia Sígueme en: https://www.linkedin.com/in/rita-alicia-rodriguez
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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